Encontrar la vida de Dios para mi voluntadMuestra
Encontrar la vida de Dios para nuestras voluntades es como aprender a disfrutar del restaurante Chipotle. Nunca quise probarlo. Cuando se construyó en nuestro pueblo, mis hermanas trataban de llevarme. No era que no me gustara el sabor de su comida, nunca la probé. No lo intenté porque —esto es vergonzoso admitir— no me gustaba cómo sonaba la palabra. Si, era un esnob de la pronunciación. Me molestaba que no se ponían de acuerdo al pronunciar Chipotle. Algunos decían "Chipolte", otros "Chipotel". Estaba convencido de que no habría ningún deleite esperándome en ese restaurante. Si no se ponían de acuerdo en su nombre, seguramente no tendrían el poder mental para crear comida exquisita. Un día de vacaciones, toda mi familia fue allí después de la iglesia y yo me sentí obligado a probarla. Un torrente de satisfacción fluyó dentro de mi vida.
¡Qué maravillas! ¡Cuántas delicias me había perdido! ¡Mis papilas gustativas bailaban y se derretían! Mi corazón fue capturado. Parecía ser Bill Murray en: ¿Qué pasa con Bob? Grité de satisfacción. ¡Lloré en explosiones eufóricas de simultáneo asombro y arrepentimiento por no haber probado antes el néctar de la carne de res criada éticamente y frescos vegetales! Aún es difícil aceptar todas las veces que perdí tanta revelación culinaria porque arrogantemente pensaba que conocía mis gustos. Chipotle, ¡perdóname! ¡Te descarté antes de haberte conocido!
Desde entonces, prometí que mi selección de comida cambiaría para siempre. Hace poco, me desvié un largo tramo para experimentar esta maravillosa comida. Interesante, ¿no? Mis sueños y deseos de comida, por tonto que parezca, no sabían de qué tenían hambre hasta que experimentaron lo que era delicioso y bueno.
Así también sucede con nuestras vidas ante Dios. El salmista nos dice en el Salmo 37:4, “Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón". Asombra la ligereza con que algunos distorsionan esto al llamar a Dios guardaespaldas. Esta no es una promesa de que Dios te dará todo lo que quieres. Es, sin embargo, una promesa de Dios de llegar a ser lo que tú quieres ser.
Te das cuenta de que así como te deleitas en el Señor, también te deleitas en otras cosas; ese deleite va a cambiar lo que más desea tu corazón. Antes de que Dios nos dé lo que queremos, Él cambia lo que queremos, hasta ser Él todo lo que queremos. Él cambia nuestras papilas gustativas, espiritualmente hablando. Así que antes que demandemos que nos dé los deseos de nuestro corazón, hacemos bien en demandar primero que nuestros corazones estén alineados con lo que Él quiere. Primero debemos entregar nuestros sueños y nuestros deseos. Cuando nos anticipamos a mostrarle nuestros sueños, Él será fiel al cambiarlos. Quizá, incluso, descubramos que no sabíamos lo que estábamos pidiendo.
Es importante mencionar que Él no solo cambia algunos de nuestros deseos sino que también nos da paz para vivir con los deseos que no se cumplen. Nuestra paciencia crece. Cuando gustamos y vemos a Dios, nos hacemos mejores al esperar. Gustar de Él nos da nuevas papilas gustativas y supongo que nos hace esnobs de alguna manera. Es como comparar un café destilado tradicionalmente con uno de máquina. Una vez que has degustado el maravilloso sabor de una taza de cafeína cuidadosamente destilada, ya no importa cuánto demora. Esperarás por lo mejor en vez de conformarte con uno instantáneo.
Escrituras
Acerca de este Plan
¿Quieres tener una claridad total sobre la voluntad de Dios para tu vida? Mike Donehey, vocalista de Tenth Avenue North, se sentía de igual manera hasta que se dio cuenta de que el propósito de Dios para nuestras vidas no es el juego del caparazón que hicimos que fuera. Este Plan de lectura de cinco días, escrito con el humor característico de Mike, te animará a ver a Dios como el plan, no simplemente la fórmula del plan.
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