A prueba de tormentasMuestra

Dios habó al profeta Jonás por Su rica sabiduría, Su consumada santidad y Su tierna compasión. Sus palabras fueron direccionales, ordenando a Jonás que fuera a la ciudad de Nínive y que hablara por la justicia. Jonás aparentemente no pensó ni oró acerca de su respuesta a Dios, él solo dijo un inequívoco y desafiante: "¡No¡" ¡Luego se escapó tan fuerte y tan rápido como pudo!

Siempre me ha parecido muy interesante que Dios ofreció a Jonás un trabajo que Él sabía que Su profeta iba a rechazar. Dios continúa llamando a personas que Él sabe que se alejarán de Su voz y Sus propósitos. Él habla porque es un perseguidor amoroso y Él no es alguien que se rinde en frustración por uno de Sus hijos amados. Cuando nos negamos a obedecer, Dios espera y luego nos hablará de nuevo. Cuando corremos en la otra dirección, Él es paciente, pero nunca dejará de perseguir a los Suyos.

A menudo, el precio que pagamos por intentar huir de la voz y la presencia del Señor puede describirse como una "tormenta autoinfligida". En nuestra desconfianza en el Padre y en nuestra rebelión, podemos neciamente traer terribles circunstancias e insoportables eventos sobre nosotros.

Está claro que cuando pecas y luego eliges huir de Dios, las personas que te rodean también pagarán el precio. Cuando eliges el miedo sobre la fe y el egoísmo sobre el sacrificio, las olas de tu tormenta pueden salpicar violentamente a las personas que amas.

Cuando Jonás tomó la responsabilidad de su propio pecado y se arrepintió frente a otras personas que no conocían al Señor, sus vidas cambiaron por toda la eternidad. Jonás había sido escogido por Dios para marcar la diferencia y cada palabra que pronunció y cada elección que hizo fue de gran importancia para el mundo que lo rodeaba.

El mundo está esperando un hombre o una mujer que tome la decisión correcta y haga lo correcto. ¡En cada tormenta, tienes poder! Tienes el poder del arrepentimiento y el poder de la honestidad. Recuerda que la fuerza de una tormenta siempre disminuye cuando una persona simplemente dice: "Me equivoqué. Lo siento."