[Serie El amor de Dios por nosotros] Mientras cuidas de otros…Muestra

Cristo te fortalece

Da gracias por el apoyo y el cuidado que ofrecen la familia y los amigos. No estamos solos en esta tierra enfrentando las diferentes situaciones de la vida. En su diseño, Dios nos hizo seres sociales, nos dio un hogar, una familia, con quienes podemos contar en todo momento. Tanto en las buenas como en las malas. ¡Cuánto mejor, contar con su apoyo en los momentos difíciles!

Así también podemos estar seguros que, como él nos diseñó, sabe que cuando enfrentamos las cosas con su apoyo y dirección, tenemos mejores posibilidades de sobrellevarlas. Cuando nos disponemos a recibir la fortaleza de Cristo, entonces las cosas cambian. Pero mientras seguimos pensando que no necesitamos del apoyo de nadie, ni de Cristo, las cosas se vuelven más pesadas, porque las cargamos solos. Tu propia fuerza, tarde o temprano se termina, la de Cristo en cambio permanece para siempre. 

El poder de Cristo en ti alcanza para enfrentar cualquier situación por difícil que parezca. Cada uno enfrenta diferentes situaciones que producen dolor, angustia, cansancio, agotamiento, incertidumbre o simplemente que ya no puedes más. Al momento de hacer frente a todas esas situaciones, se enfrenta en el poder de Cristo, en la fortaleza del Hijo de Dios que te habita. Entonces, hablar de esas cosas, el cuidado de tu ser querido o su partida se hace en la paz de Dios, porque él tiene cuidado de ti. 

¿Trae algún aliciente la desesperación? La desesperación es la pérdida de la paciencia o de la tranquilidad de ánimo, causada generalmente por la consideración de un mal irreparable. Perder la paciencia sucede más común de lo que nos imaginamos. De manera especial cuando nos aislamos del apoyo de otras personas y aún de Dios. La desesperación solo trae intranquilidad, impaciencia, temor, angustia mayor, sentimientos que en lugar de animarte y ayudarte a ver la salida, te hunden en una mayor depresión.

La desesperación suele acompañarse con malas decisiones. Porque te apresura a decidir cosas, sin orar, sin analizar los pros y contras, sino que se hacen de manera impulsiva. Las consecuencias generalmente son más graves. Cristo siempre está en ti y contigo en todo tiempo. Es mejor parar, detenerse en medio de la vorágine de cosas y, antes de nada, orar y analizar. Si le pides a Dios sabiduría, te la va a dar, sin dudarlo. Esa sabiduría te guiará a hacer las cosas de la mejor manera, ya no en la sabiduría humana, sino divina. 

Palabra de confianza de parte de Dios

A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece.