[Serie Esperanza y fuerza] Dios quiere que elijas la vidaMuestra

El choque y la incredulidad

«Dices que me amas, ¿cómo pudiste lastimarme?». Cuando alguien a quien amas te hiere y abusa de ti, es posible que te sientas conmocionada. Negar la realidad del abuso y excusar al abusador son reacciones comunes. Puedes tratar de negar la violencia preguntando: «No lo puedo creer, ¿cómo pudo suceder esto?». Dios entiende tu confusión. El Señor conoce el dolor que enfrentas cuando tu confianza ha sido traicionada a través de la violencia.

¡Has sido tú, mi propio camarada, mi más íntimo amigo! 

En Salmos 55 encontramos una expresión profunda de temor y angustia por el ataque contra la vida del salmista. Pero su dolor se incrementa al saber que su propio camarada es quien lo traicionó y lo atacó. Su más íntimo amigo, en quien creía y había depositado su confianza y afecto. Seguramente enfrentas situaciones similares con personas con quienes tenías una fuerte amistad y sufriste traición. Tal vez no con una guerra declarada con armas y ejércitos, pero sí con mentiras, chismes e insultos. 

Cuando tus amigos más cercanos te traicionan y lastiman, trae mayor angustia y dolor. Trae la sensación de haber sido apuñalado por la espalda. Te quedas sin ánimo de hacer nada ante tal situación. El dolor y la angustia te sobrecogen al punto de sentir profunda decepción. Pero, así como la vida del salmista no terminó allí, la tuya tampoco. 

¿Qué hacer cuando has sido traicionada? ¿Acaso la venganza debe tomar lugar? ¿Dónde está la justicia de Dios en medio de esta situación? Son preguntas frecuentes que nos planteamos ante situaciones de este tipo, sin embargo, es necesario recordar las enseñanzas de Jesús al respecto, si amamos a nuestros amigos… todos lo hacemos, la diferencia se marcará cuando amemos a nuestros enemigos. Las consecuencias frecuentemente toman lugar y por lo general las vive quien fue víctima de toda esa situación. Al momento, parece ser algo infranqueable, pero cuando miras atrás, ves la mano de Dios protegiéndote de cosas peores y más difíciles.

Si tu esposo se involucró con tu hermana, si tu familiar te robó los ahorros de toda la vida o si tu esposo te dejó sin nada después del divorcio y tuviste que volver a comenzar de cero, estas y muchas otras cosas pasan en las familias, pero se mantienen en silencio; puedes encontrar en Dios el descanso y la fuerza para comenzar de nuevo y seguir adelante en tu vida. Nadie espera vivir esas situaciones complejas en la vida, pero cuando vienen, a los hijos de Dios no nos toma desprevenidos, sabemos dónde está nuestra esperanza y nuestra fuerza, nada nos va a mover del fundamento: Cristo.