[Serie El Señor te mantiene a salvo] El gran amor de Dios por tiMuestra

¡El amor de Dios nunca falla!

Dar gracias al Señor, porque él es bueno, porque es el único Dios, porque hace grandes maravillas, porque creó todo el orden existente con amor y sabiduría, porque tiene cuidado de nosotros y porque nunca nos desampara, carecería de sentido si desconocemos su eternidad.

Según la Real Academia Española (RAE), la eternidad se describe, como aquello que no posee principio ni punto final. El término está asociado con la inmortalidad, con lo que no tiene límites y lo infinito. Por otro lado, uno de los significados de la eternidad, habla acerca de algo vitalicio.

Para nosotros no es un secreto que Dios es el Alfa y la Omega, el principio y el fin, y que antes de él no fue formado Dios, pues en él habita la eternidad. La cual depositó también en el corazón del hombre, reservando para sí mismo el atributo de eterno, pues cuando creó todo, él ya existía.

Con lo antes dicho, y con la premisa de que nos escogió desde antes de la fundación del mundo, el tiempo terrenal, pasa a ser absolutamente nada comparado con el tiempo de Dios, es decir, el eterno. Aquel que siempre fue, nos escogió antes de hacerlo todo, para que nosotros, en este tiempo, demos a conocer a Cristo, no en nuestra mente, sino con su mente, no en nuestra sabiduría, sino en la suya, no en nuestro tiempo, sino en el suyo, no con nuestras fuerzas, sino con su espíritu, no con nuestras especulaciones, sino con su Palabra.

Tan solo decir «Dios es bueno», ignorando el significado, grandeza, supremacía y poder del «Dios eterno», crea en la mente del hombre la idea de un súper bonachón Dios, que debe cumplir con sus caprichos y castra la realidad del «Eterno Dios» que ya consumó todo en la cruz por medio de Cristo. De la misma manera, la idea de «bueno», mete al hombre en el paradigma de la necesidad, de lo casero y de lo temporal, anulando la existencia de «todas las cosas buenas creadas de antemano para que caminemos sobre ellas».

Dar gracias a Dios, toma un sentido superior en la dimensión de lo eterno, por eso el salmista insiste en reiteradas ocasiones en la porción que estamos estudiando en este día del devocional, en la frase «porque su amor es eterno». Dios es amor en sí mismo y eterno, en esencia y naturaleza.

Oremos

Señor, ayúdanos a dejar de ser rebeldes a la visión celestial, por estar preocupados por lo que nuestros ojos ven. En el nombre de Jesucristo tu hijo, amén.