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Devocional

El Tenedor 

Pero ponte al Señor Jesucristo, y no hagas provisión para la carne, para cumplir sus deseos. Romanos 13: 14 (NKJV) 

Después de pasar el tiempo enfocándonos en el arma más poderosa en esta tierra para el Reino de Dios, la cruz, ahora tenemos que estudiar la mejor arma en la tierra para el reino de las tinieblas, el tenedor que alimenta nuestra carne. Como guerreros de Jesús en esta tierra, por Su gracia y fuerza, tenemos que estudiar y conocer a nuestro enemigo. No podemos pensar por un minuto que Satanás y sus demonios no están esperando para devorarnos. Él está esperando y listo para lanzar un ataque contra cualquiera que avance al Evangelio. 

Lo último que quiere Satanás es que los hombres vivan con valentía, hacia Jesús, al llevar nuestra cruz a diario y compartir sobre el poder de la cruz resucitada. Satanás quiere ver a los hombres pasar por alto la importancia de amar a Jesús por completo, amar a sus esposas como a Cristo, enseñar a sus hijos en el Señor, y evangelizando diariamente con las Buenas Nuevas de Jesucristo. Hay tantas áreas en las que Satanás y sus demonios nos desviarán en esta vida, para que no persigamos a diario estas cosas tan importantes.

¿Cuáles son algunos de estos desvíos? Desde un fútbol demasiado amado, a estar muy comprometido con nuestras carreras de trabajo, a ignorar la salud de nuestros cuerpos, ver un poco de pornografía aquí y allá, se describen algunas de los desvíos en los que podemos encontrarnos. Realmente creo que hay una guerra, cada mañana de nuestras vidas, en perseguir cualquier otra cosa que no sea amar a Jesús y amar a otros como Jesús. Yo entonces digo: 

Camina en el Espíritu, y no cumplirás los deseos de la carne. Porque la carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne; y estos son contrarios entre sí, por lo que no haces las cosas que deseas. Gálatas 5: 16-17 (NKJV) 

1 Juan 2: 15-17 

15 No ames al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 

16 Porque todo lo que hay en el mundo, la lujuria de la carne, la lujuria de los ojos y el orgullo de la vida, no es del Padre, sino del mundo. 

17 Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre.