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Devocional 

Armas de destrucción masiva 

Porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez, sino de poder, amor y autodisciplina. 2 Timoteo 1: 7 (NTV) 

Vivir una vida dedicada a la misión que el Señor nos ha dado, es el único lugar donde encontraremos la fortaleza para vivir como un sacrificio al servicio de Dios. Esta no es una misión con arco iris y mariposas, esta es una misión de poder para ayudar a las personas que sufren en esta tierra, para traer esperanza a los desesperados, para amar a los que no son amados, y sí, hay un enemigo altamente entrenado que espera usar tu carne, para ponerte estratégicamente al margen, o idealmente en la tumba. 

Hay una batalla diaria por tu alma (mente, voluntad y emociones) y es imperativo que aprendamos cómo vivir en victoria con esta batalla. Jesús vino a esta tierra, vivió una vida perfecta, murió una muerte horrible en una cruz y se levantó de la tumba para poder darnos vida espiritual. Él nos dio el mejor regalo que podríamos pedir, el Espíritu Santo. En el Espíritu Santo nacemos de nuevo, y es el único lugar donde tenemos vida, y en todas las otras partes está la muerte. 

En Él, tenemos todas las armas necesarias para vivir en victoria sobre los planes de oscuridad de esta tierra. Pero el Espíritu Santo nos da la opción de usar Sus armas de guerra o las nuestras. Durante los próximos días, nos tomaremos un tiempo y observaremos las armas principales que se utilizan en la batalla para santificar nuestra mente, voluntad y emociones en esta tierra. 

Efesios 6: 10-11 

10 Finalmente, hermanos míos, sed fuertes en el Señor y en el poder de su poder. 

11 Pónganse toda la armadura de Dios, para que puedan estar en contra de las artimañas del diablo.

2 Corintios 10: 3-5 

3 Porque aunque andemos en la carne, no peleamos contra la carne; 

4 (Porque las armas de nuestra guerra no son carnales, sino poderosas a través de Dios para derribar fortalezas) 

5 Derribando las imaginaciones, y cada cosa alta que se exalta contra el conocimiento de Dios, y llevando en cautiverio todo pensamiento a la obediencia de Cristo;