[Serie ¡Qué dicha!] Un espíritu diferenteMuestra

Compartir el dolor

Piensa en algo que pasó en el trabajo o en la escuela y que hizo que te sintieras triste. Preferiblemente algo que aún no has compartido con la familia. ¿Qué pasó? ¿Cómo te sentiste? ¿Qué fue lo más difícil? El nivel de estrés y tristeza de cada historia será diferente, pero es igual de importante. Al compartir estas experiencias con la familia siéntete respetado y escuchado con compasión. Evita el sentido de competencia de querer contar la historia más triste. Encuentra un ambiente seguro en la familia, donde cada uno pueda compartir su dolor y ser consolado. Participa en crear ese ambiente seguro para los demás en tu familia.

Al mirar a nuestro alrededor y a nuestra propia vida, nos damos cuenta de que el dolor es parte de la existencia humana. Leemos en la Biblia que el sufrimiento y la muerte son consecuencias del pecado de nuestros primeros padres. Ahora cada persona comparte esta experiencia de dolor. Puede ser dolor físico: estar cansado después de un largo día de trabajo, sentir el dolor de una enfermedad, las dolencias causadas por un accidente; pero puede ser también el dolor del corazón: ansiedad, soledad, duelo. 

Jesús conoció bien los dolores y sufrimientos. Sus sufrimientos le ayudaron a compadecerse de nosotros. Él sabe lo que significa ser lastimado, y puede consolarnos. Dichosos los que sufren, dice la segunda bienaventuranza. Parece absurdo, ¿verdad? Dicha y sufrimiento parecen opuestos. Pero este es uno de esos lugares donde las palabras de Jesús nos sorprenden. 

Tal vez es bueno a veces sentirse tristes porque así podemos entender los sufrimientos de Jesús y sentirnos cercanos a él. Tal vez es bueno a veces sentirse tristes porque así podemos dejar que Dios nos consuele.

Tal vez es bueno sentirse tristes a veces porque así nos podemos consolar los unos a los otros, y sentirnos más cercanos como familia. Por esta razón es importante hacer que esta familia tenga un ambiente seguro, donde podamos compartir cualquier cosa y encontrar el consuelo de los demás —y no su rechazo. 

Piensa

La Biblia también contiene la esperanza de que vendrá el día cuando el sufrimiento será cosa del pasado. Estaremos en un lugar donde el Señor secará todas las lágrimas de nuestros ojos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor.