Caminando con JesúsEjemplo

La lección del perdón

Perdonar es uno de los asuntos más difíciles en la vida cristiana, las ofensas incomodan, las heridas duelen y la falta de perdón carcome como un cáncer, pero en nuestra alma. (Y sin embargo, la falta de perdón está relacionada con varios tipos de enfermedades físicas.)

Sufre quien guarda rencor, más que quien cometió el agravio. Guardar rencor es como hacer compras en dos carritos de supermercado. El dueño del lugar te ofrece que él pagará todo lo que lleves, con la condición de que lleves exactamente lo mismo, en un segundo carro, para que luego se lo entregues a aquella persona que te ha dañado, aquella que te ofendió.

Caminando por el supermercado te antojas de muchas cosas buenas, deliciosas y útiles, pero cada que recuerdas que debes poner lo mismo en el carro de tu ofensor, tu decisión cambia y eliges llevar lo que es feo, lo ordinario, lo de poco valor. Llegas a la caja y recibes gracia al poder llevar todo gratis, pero es en ese momento que te das cuenta que, en miras de no llenar el carro de tu ofensor con cosas buenas, también has llenado el tuyo de cosas que a nadie la agradan.

La primera persona beneficiada al perdonar eres tú. Como creyentes, es igual de necesario rescatar a la oveja perdida, como perdonarla cuando nos ha ofendido. El perdón es un ejercicio diario, quizás no lo sientas, pero no se trata de sentirlo, se trata de hacerlo. Al final del día, quien quedará libre de carga eres tú.

• ¿El perdonar implica que debo permitir que se abuse de mi perdón continuo?
• La frase “perdono pero no olvido” ¿se contrapone a la Biblia?
• ¿Cuántas veces te gustaría recibir el perdón de Dios?
• ¿Cuántas veces estás dispuesto a perdonar a quienes te ofendan?
• ¿Cómo puedes reconocer si estás siendo “piedra de tropiezo”?