Preparando nuestros corazones para la Pascua: un devocional de CuaresmaMuestra
"Día 7: La oración"
En estos diez versículos hay dos historias. La primera es la de Ana, una mujer estéril que deseaba tener un hijo y una vida significativa, y la cual fue rescatada de ella misma por la misericordia de Dios. La segunda es una historia del pueblo de Dios viajando cada año a Siló a “adorar y ofrecer sacrificios al Señor". Estos dos relatos se entrelazan en 1 Samuel 1, y en la mitad de las dos narraciones, vemos lo que se conoce como la “oración de Ana”.
No hay quizás una imagen más grande de un mundo quebrantado (particularmente en las culturas antiguas) que la de una mujer “estéril”. Las presiones que produce un heredero y la seguridad de una herencia en Israel era tan fuerte que la “esterilidad” podía ser descrita como una condición no sola física sino además espiritual y social del afligido. Después de años de esto, Ana reconoció que su pena se había convertido en pecado y su duelo en una “aflicción” (1 Samuel 1:11); así en Siló ella sacrificó al Señor lo que la esclavizaba. Al arrepentirse, prometió que si ella alguna vez tenía un hijo, lo dedicaría al Señor — en lugar de usarlo como una prueba de su valor ante aquellos que la habían estado juzgando. Ella pronto concibió y luego volvió con su hijo, al cual entregó como un aprendiz al sacerdote Elí. Este niño fue Samuel, el primero de los grandes profetas del Antiguo Testamento.
Si alguna madre alguna vez pensó que su hijo era precioso, esa fue Ana. A pesar de esto, ella debió saber que su papel en la vida de su hijo era temporal. Cuando vemos a Ana “regocijarse en el Señor” en su corazón, y “encontrar fortaleza” en él (v. 1), ella está siendo restaurada por la única cosa permanente y verdadera en el mundo (v. 2). Ana entendió entonces que detrás de cada condición física o espiritual, es el poder creativo del Señor el que obra, no el de ella. (vv. 6-8). Ella se alegró al entender esto y fue liberada.
Oración
Padre Celestial, aunque es posible que no todos deseemos las mismas cosas que Ana deseó, nosotros también sufrimos al tratar de hacer permanentes las cosas temporales y fugaces en la vida. Ayúdanos a reconocer y arrepentirnos de nuestros pecados y poner nuestra fuerza en la Roca, Tú hijo, Jesucristo. En nombre de Jesús, amén.
Derechos de autor (c) 2012 por Redeemer Presbyterian Church.
En estos diez versículos hay dos historias. La primera es la de Ana, una mujer estéril que deseaba tener un hijo y una vida significativa, y la cual fue rescatada de ella misma por la misericordia de Dios. La segunda es una historia del pueblo de Dios viajando cada año a Siló a “adorar y ofrecer sacrificios al Señor". Estos dos relatos se entrelazan en 1 Samuel 1, y en la mitad de las dos narraciones, vemos lo que se conoce como la “oración de Ana”.
No hay quizás una imagen más grande de un mundo quebrantado (particularmente en las culturas antiguas) que la de una mujer “estéril”. Las presiones que produce un heredero y la seguridad de una herencia en Israel era tan fuerte que la “esterilidad” podía ser descrita como una condición no sola física sino además espiritual y social del afligido. Después de años de esto, Ana reconoció que su pena se había convertido en pecado y su duelo en una “aflicción” (1 Samuel 1:11); así en Siló ella sacrificó al Señor lo que la esclavizaba. Al arrepentirse, prometió que si ella alguna vez tenía un hijo, lo dedicaría al Señor — en lugar de usarlo como una prueba de su valor ante aquellos que la habían estado juzgando. Ella pronto concibió y luego volvió con su hijo, al cual entregó como un aprendiz al sacerdote Elí. Este niño fue Samuel, el primero de los grandes profetas del Antiguo Testamento.
Si alguna madre alguna vez pensó que su hijo era precioso, esa fue Ana. A pesar de esto, ella debió saber que su papel en la vida de su hijo era temporal. Cuando vemos a Ana “regocijarse en el Señor” en su corazón, y “encontrar fortaleza” en él (v. 1), ella está siendo restaurada por la única cosa permanente y verdadera en el mundo (v. 2). Ana entendió entonces que detrás de cada condición física o espiritual, es el poder creativo del Señor el que obra, no el de ella. (vv. 6-8). Ella se alegró al entender esto y fue liberada.
Oración
Padre Celestial, aunque es posible que no todos deseemos las mismas cosas que Ana deseó, nosotros también sufrimos al tratar de hacer permanentes las cosas temporales y fugaces en la vida. Ayúdanos a reconocer y arrepentirnos de nuestros pecados y poner nuestra fuerza en la Roca, Tú hijo, Jesucristo. En nombre de Jesús, amén.
Derechos de autor (c) 2012 por Redeemer Presbyterian Church.
Escrituras
Acerca de este Plan
¿Qué es Cuaresma? Es un tiempo en el cual anticipamos la victoria de la luz y la vida de Cristo sobre la oscuridad del pecado y la muerte. Durante este tiempo desde el Miércoles de Ceniza hasta la Pascua, se nos recuerda nuestra fragilidad y la gracia redentora de Dios.
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Este devocional fue creado por el personal de la Redeemer Presbyterian Church y fue publicado originalmente en el 2012 en www.redeemer.com Reproducido con autorización.