Abraza a tu superhéroe internoMuestra

Refinado por el fuego

Profundamente sembrado en cada uno de nosotros hay un miedo inherente al rechazo. Lo llevamos puesto sobre nosotros como una capa gruesa, sintiendo constantemente su peso sobre nuestros hombros.

El rechazo duele. Es quizás la principal causa de dolor en nuestro mundo. Y como tal, tendemos a evitarlo a toda costa. Hemos aprendido a jugar, a escondernos, a compensar en exceso para silenciar los efectos del rechazo y mantener a raya la marea del dolor.

El daño colateral de este baile cuidadoso, es la verdad de quiénes somos. El rechazo no es tan trágico como la sofocación del verdadero yo. En lugar de manejar las posibles consecuencias del riesgo, encontramos una forma de pasar por la vida a través de la ruta más segura posible.

La vida es dura, injusta y a menudo trágica. Esta es la arena de la existencia. Así es como son las cosas. Podemos hacer nuestro mejor esfuerzo para minimizar el dolor, el rechazo y la pena. Pero también debemos tener cuidado de no buscar la salida fácil, negándonos a ser nosotros mismos, a crecer y a aprender.

El apóstol Pedro lo expresó perfectamente. Él dice: Estas pruebas demostrarán que tu fe es genuina. Se está probando a medida que el fuego prueba y purifica a Dios, aunque su fe es mucho más preciosa que el oro. Entonces, cuando tu fe se mantenga fuerte a través de muchas pruebas, te traerá mucha alabanza, gloria y honor en el día en que Jesucristo se revele a todo el mundo.

El rechazo en este mundo es un fuego refinador. Desafía nuestras convicciones, actitudes y percepciones. Nos pone a prueba, por así decirlo. Y excava en el corazón de quien realmente somos. Tal vez no haya un barómetro mayor para la identidad que esa parte de ti por la que corres el riesgo de ser rechazado. Cuando tenemos una perspectiva verdadera, conocemos por fe una serie de verdades vitales. Entre ellas: Dios nunca nos rechazará y Jesús nos elogiará y recompensará grandemente cuando suframos el rechazo debido a nuestra relación con Él.

Ser tu verdadero yo dará como resultado el rechazo. No todo el mundo va a amar las decisiones que tomes. El desafío es que eliminemos el rechazo, deshaciéndonos de las partes feas de nosotros que éste expone y fortaleciendo las más centrales y verdaderas. Las partes que reflejan la nueva creación en que Jesús nos ha convertido.