Año nuevo, Nuevas misericordiasMuestra

Dios te llama a perseverar por la fe, y luego, mediante Su gracia poderosa, te protege y te guarda.

Es un nombre muy alentador para el Dios al que sirve, pero es posible dejarlo pasar por sus ojos y su cerebro sin detenerse a celebrar Su gloria. En Romanos 15: 5, Pablo llama a tu Señor "el Dios de la perseverancia". Este título en verdad se encuentra en el centro de donde se encuentra tu esperanza. Lo digo claramente: tu esperanza no se encuentra en tu voluntad y capacidad para resistir, sino en el inquebrantable compromiso perdurable de Dios de nunca abandonar Su obra de gracia. Tu esperanza es que hayas sido bienvenido a la comunión con Alguien que perdurará sin importar qué.

¿Por qué es tan importante entender esto? Porque tu resistencia será irregular en el mejor de los casos. Habrá momentos en los que olvidarás quién eres y vivirás como un amnésico de gracia. Habrá momentos en los que te desanimes y por un tiempo dejes de hacer las cosas buenas que Dios te pide que hagas. Habrá momentos, grandes y pequeños, en los que te rebelarás voluntariamente. Puedes estar pensando: “Yo no”. Pero piensa conmigo: cuando tú, como cristiano, dices algo desagradable a otra persona, no lo haces porque ignoras que está mal, pero porque en ese momento no te das cuenta de lo que está mal.

Verás, la perseverancia perfecta exige justamente eso, la perfección, y como ninguno de nosotros todavía está allí, debemos mirar hacia afuera buscando esperanza. Tu esperanza de perdurar no se encuentra en tu carácter o fortaleza, sino en la de tu Señor. Debido a que Él siempre será fiel, puedes contar con el hecho de que Él te dará lo que necesitas para ser fiel también. Tu perseverancia descansa sobre Él, ¡y Él define cómo será esa perseverancia! Es la gracia de la perseverancia otorgada a ti por el Dios de la perseverancia que te brinda todo lo que necesitas para continuar siendo lo que Él te llama a ser y hacer lo que Él te llama a hacer entre este momento y el momento en que cruzas hacia el otro lado. Cuando la dificultad expone la debilidad de tu determinación y los límites de tu fuerza, no tienes que entrar en pánico, porque Él perseverará incluso en los momentos en que no te sientas capaz de hacerlo tú mismo.