La ley de la gracia: la fe de RahabMuestra

Una mujer que conocía los planes divinos

Esta mujer, Rahab, escondió a los hombres por su propia voluntad, los pudo haber entregado, pero tomó una decisión, los escondió y les predicó, diciéndoles algo de lo cual los espías no estaban muy convencidos.

Más o menos 40 años atrás, habían sido enviados unos espías. Estos espías dijeron: Imposible, esta tierra no la podemos conquistar. A pesar de que vieron las maravillas de Dios cuando abrió el mar en dos y las plagas en Egipto, con todo esto, los hombres eran incrédulos. 

Esta mujer, predicó a los espías la obra de Dios y dio un panorama claro de la condición de los habitantes de Jericó y dijo: Ellos tienen miedo de ustedes, porque a pesar de que ustedes son los que están escondidos, nosotros tenemos temor. La fe de esta mujer era basada en la verdad, y la expresa diciendo: Sé que el Señor les ha dado esta tierra. ¿Cuándo fue que esta mujer se convenció que Dios había dado esa tierra para el pueblo de Israel?, cuando tenía 10 años. Siendo una niña escuchó la historia de lo que había sucedido con esa nación. La fe no tiene edades, una persona puede creer cuando es niño, joven, anciano o al estar a punto de morir. 

La fe no tiene que ver con madurez mental, sino con el corazón de las personas. Esta mujer nuca había visto una manifestación de Dios. No vio los prodigios de Dios. No estuvo presente cuando se abrió el mar, con las plagas de Egipto, y la nube que persiguió a la nación de Israel. Cuando era una niña sin ver, y solo oyendo con fe, creyó que ese Dios era el verdadero. Ahora siendo una mujer, 40 años después que escuchó la historia, sabía que Dios había dado esta tierra a esas personas. Sé que el Señor les ha dado esta tierra. Ese no era un credo que aprendió en su iglesia o de memoria para que lo repitiera creyendo. Hay cosas que aunque las repitas, no tienen sentido. Esto era algo que ella sabía y de lo cual estaba segura.

Cuando los dos espías vinieron a la casa, no tenían conocimiento de quién era, pero ella sabía que se encontraba con su destino. Por muchos años espero su destino. Espero que con esta palabra muchas personas se aseguren de su destino. Su destino es ser hijos de Dios, no debido a que vieron algo con sus ojos, sino porque creyeron con la misma fe de esa mujer. Esa fe es la que hace que nos cuente como justicia.