Sí, PeroMuestra
Día 6: La vida desperdiciada
Hay una barrera en el camino de seguir radicalmente a Jesús que no parece ser barrera. Entra en la vida a escondidas, y termina robándonos la oportunidad de cambiar el mundo. Es la barrera de desperdiciar la vida; de vivir una vida que no cuenta para nada eterno.
Entrega radical
Todos somos radicales. Aún las personas más normales son radicales. Todos dan su vida radicalmente a algo; todos son conocidos por algo; todos viven por algo; y todos dan la mayor parte de su tiempo a algo. Cada persona entrega su vida radicalmente a algún propósito.
Cuando entregamos nuestra vida — nuestro enfoque y pasión — a algo en esta vida, terminamos desperdiciando nuestra vida. Lo que conseguimos, experimentamos y logramos en el camino se queda en esta tierra — no es eterno —. Si entregamos nuestra vida a cualquier otro propósito — aparte de cambiar el mundo con Jesús — desperdiciaremos nuestra vida.
Idea principal: La única manera de no desperdiciar nuestra vida, es entregarla al Reino de Jesús
Dar nuestra pasión a algo de esta vida es un desperdicio de la vida, porque nada en esta vida importará después de que termine. Hay muy poco de lo que podemos hacer durante la vida que durará una vez que morimos.
Lo único que importará después de la muerte es nuestra relación con Dios. Entonces, lo que hacemos en esta vida para acercarnos a Dios, tendrá valor después de esta vida. También, lo que hacemos para ayudar a otros a conocer a Dios y a tener una relación con Él, tendrá valor.
Lo único que podemos llevar de esta vida a la próxima es 1) nuestra relación con Dios y 2) haber ayudado a otros a conocerlo.
Uno o el otro
Tenemos que escoger entre nuestras pasiones e ídolos, y estar totalmente entregado a Dios. No podemos vivir una vida radicalmente entregada a Jesús y a sus propósitos, y a la vez tener otra cosa en el centro del corazón. Tenemos que decidir si de verdad queremos poner a Jesús en el centro.
Cuando dejamos que los deportes, la familia, el ejercicio, las diversiones, el trabajo o lo que sea esté al centro de nuestro corazón, no cambiamos el mundo con Jesús. Por el otro lado, cuando ponemos a Jesús en el centro de nuestro corazón, vivimos la vida radicalmente para Él; y cambiamos el mundo con nuestro Señor.
Una vida que valga la pena
Más que ponemos a Jesús en el centro de nuestro corazón, menos desperdiciaremos nuestra vida. Así es cómo vivimos la vida que Dios quiere para nosotros, así es cómo cumplimos su misión y su propósito para nuestra vida y así es cómo nos entregamos a algo que importará aún después de nuestra muerte. Así es cómo no desperdiciamos nuestra vida.
Acerca de este Plan
Cuando Jesús nos llama a seguirlo con total dedicación, encontramos fácilmente excusas y razones para no entregarnos por completo. Sí, pero ... Vemos las barreras que nos impiden seguir a Jesús radicalmente, y cómo superarlos.
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