Elegido: Acuérdate del Evangelio todos los díasMuestra

Mi amigo Ryan comparte una historia de un hombre llamado Mr. Bi quien era un profesor en la Universidad de Beijing, conocida como "La Harvard de China". Él hizo un chiste en clase acerca del Partido Comunista a un grupo de estudiantes. Uno de esos estudiantes reportó su chiste a la policía. Al día siguiente oficiales irrumpieron en la oficina de Mr. Bi y lo llevaron a una remota, fría prisión comunista sin aviso, sin un juicio

Él despertó esa mañana como un profesor presidiendo uno de las posiciones académicas más prestigiosas del mundo. Al anochecer, estaba tras las rejas en prisión. Las prisiones chinas en ese tiempo eran de los peores lugares en la tierra: horribles guaridas de enfermedad, tortura y muerte. Mr. Bi se hundió rápidamente en depresión y desesperación. Su depresión lo llevó a pensamientos de suicidio en el transcurso de las semanas. Una tarde, en una nube de tristeza, se acercó a la ventana de su celda de prisión de ocho pisos. Los chinos no ponían vidrio de ventanas en los pisos más altos de las celdas. Si un preso decidía tirarse a su muerte, eso no era un problema.

El corazón de Mr. Bi se aceleró en cuanto vio hacia afuera y pensó en saltar. Y luego pasó. Escuchó una pequeña voz decir: "No te vayas. No te vayas. No te vayas". Él se sentó en el centro de la celda, desesperado.

Ahí en el duro piso de concreto, los recuerdos inundaron su mente. Un amigo suyo, un profesor extranjero que era cristiano, había compartido el Evangelio con él. Mr. Bi oró: "Jesús, si Tú eres real, por favor tráeme el perdón y la paz que mi amigo dijo que prometiste. A cambio, te ofreceré mi vida y servicio a Ti".

Él miró hacia arriba y, "El cielo nunca estuvo más azul, el sol nunca fue más brillante a través del agujero abierto de una ventana y tuve alegría en mi corazón como nunca antes había sentido".

Este distinguido profesor arrojó todas sus reservas y gritó: "¡Tengo un futuro brillante en Jesucristo!". Los guardias lo escucharon y cruelmente le dijeron que se callara. Pero su gozo no podía ser contenido. Él siguió gritándolo una y otra vez hasta que los guardias entraron a la celda y lo golpearon.

Una persona en una prisión liberada por creer el Evangelio de Jesús es más libre que cualquier persona fuera de prisión sin el Evangelio.

Mr. Bi fue finalmente liberado y empezó varios orfanatos en el interior de China, cuidando a los pobres y llevando a muchos a Cristo. Él tuvo un futuro brillante en Jesucristo. Hasta hoy, su gozo es contagioso cuando lo conoces. Y él te dirá que el gozo que tuvo en prisión es el mismo hasta hoy.

Cada persona siente que está en una prisión de su propia creación, atrapada por pensamientos, hábitos, acciones y un molesto pasado que no la dejará ir.

El Evangelio nos enseña que la peor de todas las prisiones es aquella que hacemos para nosotros. Las celdas de esta prisión están selladas con nuestras inseguridades, con profunda conciencia de que algo no está bien en nosotros, que algo está profundamente roto. Cargamos esto con nosotros como cadenas alrededor de nuestros cuellos. Es la condición humana.

Esto solo cambiará si algo drástico sucede.

El Evangelio es la más drástica de las medidas. Es una sangrienta cruz. Es la muerte de Dios mismo por nuestro bien. Es la derrota aplastante de la muerte en una gloriosa resurrección para mostrar el amor y el poder de Dios durante toda la eternidad.

La Escritura nos recuerda que debemos poner mucha atención a lo que hemos oído, especialmente cuando se trata del Evangelio (Hebreos 2:1). El sermón más importante que jamás predicarás es aquel que predicas a tu propio corazón, diariamente recordándole a tu corazón: "Tengo un futuro brillante en Jesucristo".