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Amistad

Hoy nos enfocaremos en la persona y la amistad de Jesús, como lo demostró en Su Última Cena con Sus discípulos antes de Su muerte. Al mirar repetidamente a Jesús y Sus palabras en Juan 15:12-17, encontramos tanto nuestra identidad en Cristo como nuestro llamado a cultivar amistades amorosas.

La relación de Jesús con los discípulos demuestra el camino y la sabiduría de la amistad. Incluso Jesús, quien era Dios, no se aisló, sino que buscó amistades. Aun Jesús, quien era el Mesías, buscó la ayuda de Sus amigos. A lo largo de los años, Jesús pasó incontables comidas, paseos, jornadas de trabajo e incluso fiestas con Sus discípulos. Al final de Su vida, los llamó Sus amigos y dijo que moriría por ellos.

En Cristo ya no somos más enemigos de Dios o esclavos del pecado; ahora somos amigos de Dios. Ya no tenemos que clamar para probar nuestra valía, hacernos notar, o vivir con temor. Jesús nos ha hecho amigos de Dios. Si quieres tener amigos de verdad, primero tienes que conocer la amistad con Dios a través de la cruz de Jesucristo. Él perdonó tus pecados, te liberó de tu amargura, sanó las heridas de tu pasado y te dio el amor de Dios para ser un amigo. La verdadera amistad no ocurre de otra manera.

El nuevo mandamiento que Jesús nos da es el de amarnos unos a otros como Cristo nos amó (mira el v. 12). Él quiere que busquemos la amistad y la unidad unos con otros de tal forma que el mundo sepa que somos amigos de Jesús. El perdón es un elemento esencial de la amistad de Jesús con nosotros. Cuando amamos como Jesús amó y somos amigos como Jesús es amigo, perdonamos como Jesús nos perdonó.