No te rindasEjemplo

Día 4—La recompensa ante ti

Ningún corredor recibe una medalla sin haber corrido la carrera. Ningún jugador de fútbol gana un Super Tazón sin los numerosos entrenamientos y partidos que acompañan a la victoria. Ningún chef gana el Premio James Beard sin trabajar duro y con determinación en la cocina. (¡Aquí me proclamo loco por la cocina!).

El punto es que todas y cada una de las recompensas conllevan esfuerzo. Ciertamente esto puede significar cosas buenas aquí en la Tierra como resultado de buscar primero a Dios. Pero una recompensa eterna es más valiosa que cualquier recompensa temporal, y esto es extensivo al creyente fiel.

No debes rendirte cuando enfrentes la tentación y las pruebas. No debes tirar la toalla cuando te canses de la tormenta. Aunque apenas mantengas la cabeza fuera del agua, sigue remando hasta que llegue el auxilio. No te rindas. ¡La recompensa que recibirás será increíble!

Hay una recompensa de vida eterna y el cumplimiento de todo lo que Dios te ha prometido si corres esta carrera con perseverancia. Si mantienes tus ojos en Jesús y mantienes la fe, nunca te arrepentirás de haberle dado todo a Dios. Sin embargo, es indudable que lamentarás los momentos en que te rendiste. Cruza esa línea de la victoria agotado por haberlo entregado todo, con plena alegría, a la expectativa de la recompensa que Dios ha prometido.