Enriquecidos en CristoMuestra

El conocimiento de la verdad en Cristo

La interpretación del término conocimiento, es bastante difícil, puesto que Pablo, más adelante criticará la tendencia de los corintios de conducirse de una manera imperiosa sobre otros creyentes con su «supuesto» conocimiento superior. Pablo no apoya la sofisticación filosófica de ellos, que provocó divisiones en la iglesia.

El conocimiento al que Pablo se refería, no es el conocimiento filosófico, ni académico, sino a la verdad en Cristo y cómo esta, se aplica a nuestra vida. El conocimiento humano envanece, pero el conocimiento de Dios, edifica y guía a la paz y a la armonía entre los santos. 

Estos dones, de lenguas y ciencia por los que ellos se enorgullecían, se convirtieron en ocasión de tropiezo, confusión y división en la congregación de Corinto. Aunque son dones espirituales legítimos, estos creyentes necesitaban reconocerlos como dones divinos, y no como logros personales. Necesitaban utilizar estos dones para servir a los demás. Si lo hacen, estos dones los edifican a sí mismos, y a los demás miembros de la iglesia de Cristo, también. Es con este entendimiento, que Pablo puede dar gracias, que estos creyentes corintios hayan recibido estos dones espirituales.

Es decir, que desde las palabras de sus labios, hasta el entendimiento en sus corazones, no pueden ser aspectos de orgullo espiritual, proveniente de la mentalidad griega que se estaba desarrollando en la congregación de Corinto. Ellos, se gloriaban en sus dones y actuación, en lugar de gloriarse en Cristo, ya que fue Dios quien les dio esos mismos dones. 

De ningún modo, Pablo agradece por ese conocimiento y ese discurso pseudointelectual. Al contrario, enfatiza que no cuentan con el conocimiento del Espíritu Santo, quien dirige la obra del reino de Dios. Pablo considera la fe presente más allá del error. No es que trate de provocarse un sentimiento de gratitud, porque los corintios hayan alcanzado alguna especie de conocimiento gnóstico; antes bien, él se refiere a un hablar y a un conocimiento celestial. 

No había, ni hay, lugar para el orgullo humano cuando honestamente reconocemos que toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en quien no hay mudanza ni sombra de variación.

En estas bendiciones y en otras, se evidencia que la obra de Dios a través de la predicación del evangelio de Cristo, se ha hecho visible y se ha confirmado verdaderamente en medio de ellos. Hasta este punto, Pablo tan solo ha iniciado la distinción, entre el verdadero conocimiento y la especulación racional. Él está agradecido, que Dios haya roto la barrera por medio del Espíritu, el cual revela el evangelio y además, habla a la iglesia de la verdad en Cristo.