Siete claves para la plenitud emocionalMuestra

Clave 7: Pide ayuda al Espíritu Santo

La Escritura nos dice que la única guía que vale la pena confiar es en el Espíritu Santo. Él conoce nuestro pasado totalmente, desde el momento en que fuimos concebidos hasta el presente, y conoce también nuestro futuro, desde este día hasta la eternidad. Él conoce el plan y propósito de Dios para nosotros en el día a día de nuestras vidas. También sabe lo que es bueno y correcto para nosotros.

Jesús se refirió muchas veces al Espíritu como “El Espíritu de verdad”. Nota lo que dijo acerca de la labor del Espíritu Santo en tu vida: “Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá solo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir" (Juan 16:13). El Espíritu de verdad es como una brújula interior en nuestras vidas, siempre guiándonos hacia lo que Jesús sería, diría o haría en un momento dado.

Todo lo que Jesús hizo le fue revelado por el Padre. Nosotros también debemos pedirle al Espíritu Santo que nos revele la voluntad del Padre. Por ejemplo, una persona emocionalmente sana puede sentir ira, pero al pedirle al Espíritu Santo que lo dirija sobre cómo canalizar esa ira en una conducta positiva, encontrará una salida para su enojo que resultará en bendición, no en daño. La persona emocionalmente sana puede sentir decepción o desánimo, pero al pedir al Espíritu Santo que la guíe, él o ella será guiado hacia nuevas oportunidades que resultarán en esperanza.

Recuerda, el Espíritu Santo es derramado en ti cuando pones tu confianza en Cristo. El ministerio del Espíritu Santo es para darte guía y consejo diario, para ayudarte a caminar en los caminos del Señor y a tomar decisiones sabias. Pide la ayuda del Espíritu Santo diariamente. Pídele que te guarde del mal y te guíe hacia la justicia. Haz que tome el control de tu horario, de tus citas diarias y de las emociones que sientes. Confía en Él para que te ayude a buscar tu salud y fortaleza emocional, equilibar tu vida emocional con tu vida espiritual, una vida completa fundada en Jesucristo.

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