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Acción de gracias en palabras

El mensaje de Pablo, creído con el corazón, será nuestra capacitación. Nos hará más fuertes para sobrellevar la prueba más dura y ser pacientes, aunque enfrentemos las circunstancias más difíciles y dolorosas. El apóstol probó el poder de su propio mensaje. Figurativamente, lo comió. Aunque luego llegó a ser amargo en su estómago cuando se hizo práctico; fue, sin embargo, dulce a su paladar. 

En otras palabras, él tomó su propia medicina y halló que dio buen resultado en su vida diaria; precisamente como le fue revelado, lo hizo; por lo tanto, él nos lo transmite con sus mejores recomendaciones. Luego dice que esta victoria nos lleva a la acción de gracias profunda al Autor de ella. Esa mutua relación establecida con la iglesia de Cristo en Tesalónica, se completa por la comunión con Dios. En lugar de agradecer a los propios tesalonicenses por lo que su firmeza significa, agradece a Dios. Se da un llamativo contraste, a la tribulación sufrida corresponde gozo, fe y alegría ante Dios.

Pablo expresa así, el sentimiento profundo de un gozo que no es individual, sino la bendición de la comunidad, que ha permitido mantenerse unidos en el testimonio y el amor, a pesar de las dificultades y distancia. Las acciones de gracias a Dios por la vida de los creyentes es una nota constante en todos los escritos paulinos, ese agradecimiento al Señor en favor de las distintas comunidades donde tuvo el privilegio de sembrar la Palabra, demuestra el profundo afecto y sincero interés que tenía por sus vidas.

Proclamamos la acción de gracias en palabras. Abrimos nuestras bocas y expresamos gratitud por la bondad del Padre, porque Él ha hecho la provisión suficiente para que seamos equipados para participar de la herencia de santidad, la cual nos califica para un lugar entre la asamblea gloriosa de los santos en luz. Note, que es nuestro Padre quien ha hecho esta estupenda provisión; y observe más, que ya ha sido hecho.

No tenemos que equiparnos a nosotros mismos. Solamente tenemos que aceptar la aptitud que nos es ofrecida y creer en el poder de nuestro Padre para que sea una realidad. Él efectuará entonces, esta aptitud en nosotros. Somos verdaderamente aptos para disfrutar la presencia misma de Dios santo sin recelo ni temor, pues su santidad esta en nosotros. Somos participantes de su vida santa. El apóstol dice en qué manera se hizo la provisión para tal condición, a nuestro favor.