Cristo, el plato fuerte por excelencia Muestra

Una dieta balanceada

Así como los bebés, por naturaleza saben que al año la leche de mami no los sustenta, y comienzan a llorar con más frecuencia entre cada período de ser alimentados; los santos conocen por naturaleza, la etapa de crecimiento y desarrollo que se encuentran. Saben que ya no necesitan de la leche espiritual sino de vianda o comida sólida. Muchos santos están pidiendo a gritos comer carnes, plátanos, frijoles, arroz a la marinera, etc., porque saben que la leche ya no los sustenta. Porque han sido criados dependientes de otros para su crecimiento. Es necesario que se les enseñe que pueden orar solos, estudiar la Palabra, hacer su devocional, identificar sus dones espirituales, identificar sus asignaciones ministeriales. Es necesario que sepan, que si por un tiempo fueron bebés, ahora ya están creciendo y deben comenzar a edificar a otros. Es indispensable entender que el entrenamiento que se recibe en cada reunión de los santos, los debe capacitar para que lo pongan por obra en sus vidas.

¿Qué es la leche espiritual? Son los rudimentos de la doctrina de Cristo, es lo básico. Eso es bueno, es fundamental e importante para los primeros pasos en la vida de la fe. Pero para seguir creciendo, madurar e ir hacia la perfección, se debe dejar la leche espiritual, para alimentarse con comida sólida. De otra manera seguiremos siendo niños, donde estaremos criticando a los hermanos, señalando cada cosa que hacen, cuestionando a los pastores por no visitarnos, por no elegirnos, por no darnos cargos, por no hacernos sobresalir. Los niños, no entienden que no se trata de ellos, sino de Cristo.

Que Dios nos dé el discernimiento para saber, que es tiempo de crecer. La leche espiritual no es mala, pero si ya ésta cumplió su función y se aplica fuera de tiempo, deja de ser efectiva. Es tiempo de comer las viandas espirituales, y cumplir como hijos de Dios y miembros de un mismo cuerpo, con el propósito eterno aquí en la tierra. 

Es tiempo de alimentarnos bien. Para dicho fin, necesitamos capacitarnos y con humildad responsabilizarnos como hijos que aman al Padre en ser ministros competentes. Estos ministros se manifiestan como «nutricionistas entendidos» a fin de alimentar correctamente a los hijos de Dios, para que ellos crezcan de manera saludable en la causa del reino.