Antiguo y NuevoMuestra

Antes, se le debía dar el diezmo a Dios

El Salmo 24 dice que la tierra y todo lo que hay en ella es del Señor; el Salmo 50 dice que el ganado que está sobre mil colinas le pertenece a él. Dios le hizo entender ese concepto a sus hijos menores del Antiguo Testamento imponiéndoles un “gravamen” del 10% de sus ingresos.

A ese 10% le dieron el nombre de diezmo. “El diezmo de la tierra, tanto de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, es de Jehová: es cosa dedicada a Jehová. . . . Todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será consagrado a Jehová” (Levítico 27:30-32).

Los israelitas tenían diversas oportunidades para presentar ofrendas voluntarias de animales, frutos de la tierra o dinero, pero las debían dar además del diezmo básico, que no tenían la libertad de ignorar.

Hoy en día, los líderes cristianos, y especialmente los que son ministros, tienen que tener mucho cuidado con el uso de la palabra diezmo. La devolución del 10% al Señor, si es una decisión libre, es algo maravilloso; pero la ley del diezmo pertenece al Antiguo Pacto, y ahora el pueblo de Dios debe sentirse libre para elegir sus ofrendas al Señor, aunque los líderes de la iglesia estén nerviosos en el momento de hacer el presupuesto.