Salmos 129:1-8
Salmos 129:1-8 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Mucho me han angustiado desde mi juventud —que lo repita ahora Israel—, mucho me han angustiado desde mi juventud, pero no han logrado vencerme. Sobre la espalda me pasaron el arado, abriéndome en ella largos surcos. Pero el SEÑOR, que es justo, me libró de las ataduras de los malvados. Que retrocedan avergonzados todos los que odian a Sión. Que sean como la hierba en el techo, que antes de crecer se marchita; no llena las manos del segador ni el regazo del que ata las gavillas. Que al pasar nadie les diga: «La bendición del SEÑOR sea con ustedes; los bendecimos en el nombre del SEÑOR».
Salmos 129:1-8 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
1 (1b) Dejemos que nuestra gente nos hable de las angustias que ha pasado desde su juventud: «Hemos pasado muchas angustias desde nuestra juventud, pero no han podido vencernos. El enemigo nos hirió la espalda; ¡nos hizo profundas heridas, como quien abre surcos con un arado! Pero Dios es justo y nos libró de los malvados». ¡Que sean derrotados y puestos en vergüenza todos los que odian a Jerusalén! ¡Que se marchiten como la hierba que crece en el techo de la casa! Esa gente es como la hierba, de la que no se ocupan ni los que la cortan ni los que la recogen. Cuando pasan, nadie los saluda; y si saludan, nadie les contesta.
Salmos 129:1-8 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Muchas han sido mis angustias desde mi juventud… —que lo reconozca el pueblo de Israel—, muchas han sido mis angustias desde mi juventud, pero no lograron vencerme. Sobre mis espaldas pasaron los arados y me dejaron profundas huellas, pero el Señor, que es justo, me libró de las ataduras de los malvados. ¡Que huyan avergonzados todos los que odian a Sión! ¡Que sean como la hierba en el tejado, que se marchita y nunca crece, que no alcanza a llenar la mano del segador, ni jamás llega a formar un manojo! Que nunca le digan los que pasan: «¡Que el Señor los bendiga! ¡Nosotros los bendecimos en el nombre del Señor!»
Salmos 129:1-8 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
1 (1b) Por muchas angustias he pasado desde mi juventud —que lo diga ahora Israel—, por muchas angustias he pasado desde mi juventud, pero no han podido conmigo. Me han herido la espalda con azotes, y me han abierto grandes surcos, pero el Señor, que es justo, me ha librado del dominio de los malvados. ¡Que sean avergonzados y huyan los enemigos de Sión! ¡Que sean como la hierba que crece en los tejados, que antes de arrancarla se marchita! Hierba que nunca llena las manos del que cosecha el trigo y lo ata en manojos; hierba de la que nadie que pase dirá: «¡El Señor los ha bendecido!»
Salmos 129:1-8 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Mucho me han angustiado desde mi juventud, Puede decir ahora Israel; Mucho me han angustiado desde mi juventud; Mas no prevalecieron contra mí. Sobre mis espaldas araron los aradores; Hicieron largos surcos. Jehová es justo; Cortó las coyundas de los impíos. Serán avergonzados y vueltos atrás Todos los que aborrecen a Sion. Serán como la hierba de los tejados, Que se seca antes que crezca; De la cual no llenó el segador su mano, Ni sus brazos el que hace gavillas. Ni dijeron los que pasaban: Bendición de Jehová sea sobre vosotros; Os bendecimos en el nombre de Jehová.
Salmos 129:1-8 La Biblia de las Américas (LBLA)
Muchas veces me han perseguido desde mi juventud, —diga ahora Israel— muchas veces me han perseguido desde mi juventud, pero no han prevalecido contra mí. Sobre mis espaldas araron los aradores; alargaron sus surcos. El SEÑOR es justo; ha cortado las coyundas de los impíos. ¶Sean avergonzados y vueltos atrás todos los que odian a Sión. Sean como hierba en los techos, que se seca antes de crecer. Con la cual el segador no llena su mano, ni el recogedor de gavillas sus brazos. Y no les digan los que pasan: La bendición del SEÑOR sea sobre vosotros; os bendecimos en el nombre del SEÑOR.
Salmos 129:1-8 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Desde mi temprana juventud, mis enemigos me han perseguido. Que todo Israel repita: Desde mi temprana juventud, mis enemigos me han perseguido, pero nunca me derrotaron. Tengo la espalda cubierta de heridas, como si un agricultor hubiera arado largos surcos. Pero el SEÑOR es bueno; cortó las cuerdas con que me ataban los impíos. Que todos los que odian a Jerusalén retrocedan en vergonzosa derrota. Que sean tan inútiles como la hierba que crece en un techo, que se pone amarilla a la mitad de su desarrollo, que es ignorada por el cosechador y despreciada por el que hace los manojos. Y que los que pasan por allí se nieguen a darles esta bendición: «El SEÑOR los bendiga; los bendecimos en el nombre del SEÑOR».