Mucho me han angustiado desde mi juventud —que lo repita ahora Israel—, mucho me han angustiado desde mi juventud, pero no han logrado vencerme. Sobre la espalda me pasaron el arado, abriéndome en ella largos surcos. Pero el SEÑOR, que es justo, me libró de las ataduras de los malvados. Que retrocedan avergonzados todos los que odian a Sión. Que sean como la hierba en el techo, que antes de crecer se marchita; no llena las manos del segador ni el regazo del que ata las gavillas. Que al pasar nadie les diga: «La bendición del SEÑOR sea con ustedes; los bendecimos en el nombre del SEÑOR».
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