Busqué al Señor, y él me escuchó, y me libró de todos mis temores. Los que a él acuden irradian alegría; no tienen por qué esconder su rostro. Este pobre clamó, y el Señor lo oyó y lo libró de todas sus angustias. Para defender a los que temen al Señor, su ángel acampa alrededor de ellos. ¡Prueben ustedes mismos la bondad del Señor! ¡Dichoso aquel que en él confía! Ustedes, sus fieles, teman al Señor, pues a quienes le temen nunca les falta nada. Los cachorros del león chillan de hambre, pero los que buscan al Señor lo tienen todo. Hijos míos, acérquense y escúchenme; voy a enseñarles a honrar al Señor. ¿Quién de ustedes anhela vivir mucho tiempo? ¿Quién quiere vivir y llegar a ver el bien? Eviten entonces que su lengua hable mal; eviten que sus labios profieran mentiras. Apártense del mal y practiquen el bien; busquen la paz, y no la abandonen. El Señor no aparta sus ojos de los justos; sus oídos están siempre atentos a su clamor. El Señor vigila a los que hacen el mal para borrar de la tierra su memoria. Los justos gimen, y el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. Cercano está el Señor para salvar a los que tienen roto el corazón y el espíritu. El justo pasa por muchas aflicciones, pero el Señor lo libra de todas ellas.
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