Recoge del suelo tus pertenencias, tú que te encuentras sitiado. Porque así dice el SEÑOR: «Esta vez arrojaré a los habitantes de la tierra como si los lanzara con una honda. Los pondré en aprietos y dejaré que los capturen». ¡Ay de mí, que estoy quebrantado! ¡Mi herida es incurable! Pero es mi enfermedad y me toca soportarla. Destruida está la tienda donde habito y rotas todas mis cuerdas. Mis hijos me han abandonado; han dejado de existir. Ya no hay nadie que arme mi tienda y que levante mis toldos. Los pastores se han vuelto necios, no buscan al SEÑOR; por eso no han prosperado, y su rebaño anda disperso. ¡Escuchen! ¡Llega un mensaje! Un gran estruendo viene de un país del norte, que convertirá las ciudades de Judá en guarida de chacales, en un montón de ruinas. SEÑOR, yo sé que nadie es dueño de su destino, que no le es dado al caminante dirigir sus propios pasos. Corrígeme, SEÑOR, pero con justicia, y no según tu ira, pues me destruirías. Derrama tu furor sobre las naciones que no te reconocen y sobre las familias que no invocan tu nombre. Porque se han devorado a Jacob, se lo han tragado por completo y han asolado su morada.
Leer Jeremías 10
Escuchar Jeremías 10
Compartir
Comparar todas las versiones: Jeremías 10:17-25
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira videos didácticos y más!
Inicio
Biblia
Planes
Videos