Conversaciones con DiosMuestra

Como madre educadora en casa, uso parte de mis veranos para marcar objetivos y pedir planes de estudios. El verano de 1999 no fue diferente, excepto que estaba doblemente concentrada porque estaba esperando nuestro séptimo bebé en octubre. Tenía que pensarlo todo con cuidado antes de no tener tiempo para pensar más.

Después de mucho planear, quedaba una decisión de peso. Samuel, que iba a cumplir cuatro años, tenía problemas con el habla. Sospechaba que la logopedia le ayudaría. Pero en un horario escolar donde algo tan benigno como atender una llamada telefónica podría arruinarlo todo, citas en mitad del día podrían suponer una distracción para la familia. Por otra parte, ¿y si este año fuera la mejor franja de adquisición del lenguaje para Samuel, y yo fuera demasiado perezosa para llevarlo a una simple clase?

Recuerdo claramente el sábado por la tarde que salí a dar un paseo-charla con el Señor. Se Lo planteé de esta manera: “Esto es lo que necesito saber: ¿Debería tener Samuel logopedia este año, o podría esperar hasta que cumpla los cinco?”. Fue así de simple y específico. Le siguió el silencio, pero no me consterné. El Señor me lo mostraría seguro. Lo sabía porque siempre Lo había hecho antes. Así que seguí adelante expectante.

El siguiente día era domingo, y nuestra familia estaba en la iglesia como de costumbre. Cuando era la hora del sermón, nuestro pastor Jessica Moffatt nos sorprendió barriendo el pasillo central disfrazada de Susanna Wesley (madre de John Wesley, fundador de la denominación metodista). En el monólogo que siguió, describió en primera persona con acento inglés lo que era ser madre de ¡diecinueve niños! Describió su dependencia en Dios en muchas ocasiones, y entonces llegó a su preocupación por su hijo Samuel. Me senté más erguida. “Susanna” continuó explicando que Samuel Wesley tenía cinco años y nunca había hablado una sola palabra. De repente un día empezó a hablar con frases completas.

Escuchando desde mi sitio en el tercer banco de la izquierda, yo estaba distinguiendo la voz del Señor. “Samuel no necesitará hablar hasta que cumpla los cinco. Espera hasta el año que viene para la logopedia”. Qué paz y qué confianza acompañaron mis planes para el otoño. Samuel recibió logopedia al año siguiente, y su articulación mejoró drásticamente.

El Señor quiere que Le preguntemos cosas específicas y que seamos guiados por Su voluntad. Él se preocupa de verdad por los detalles.