Nuestro pan diario: encontrando consuelo en tiempos de pérdida Muestra

El arco iris y la cruz

Llovía copiosamente. En el este, los relámpagos salpicaban nubes oscuras y cargadas de ira. En el oeste, el sol brillaba intensamente. En contraste con aquel cielo siniestro, estaba, con sus colores vivos, el arco iris más brillante que había visto jamás. Por unos minutos el Creador del mundo susurraba a través del suave brillo de aquel arco extendido. Pero ¿estaban las personas escuchando? ¿Escuchaban Su mensaje de misericordia? Aquel arco iris reflejaba la promesa de Dios de que nunca juzgaría de nuevo la maldad en la tierra con un diluvio.

Otro símbolo también habla de misericordia. Es una cruz ruda, cuya sombra se proyecta sobre toda la historia contra el telón de fondo del pecado humano. Promete que la ira de Dios nunca caerá sobre los que confían en Cristo como su Salvador. Jesús mismo llevó toda su carga en nuestro lugar. Tanto el arco iris como la cruz hablan en silencio del amor de Dios.

Pero, ¿qué pasa si lo rechazamos? Dios nos da esa libertad. No hay otros símbolos de misericordia, ningún otro pacto. Dios ha hecho todo lo posible para ganar nuestra lealtad voluntaria.

Si no lo conoces, permítele convencerte con Su bondad y templanza amorosa. Mira el Calvario, donde Él mismo cargó las horribles consecuencias de tu pecado y del mío en la persona de Cristo. — Dennis De Haan

La fe no es sólo creer que Jesús puede salvar; es pedirle que lo haga.