Conviértete en el padre que Dios quiere que seasMuestra
La perspectiva correcta
La paternidad es un maratón, no un sprint. Sigue andando, incluso cuando poner un pie delante del otro parezca una tarea monumental.
Cuando tus hijos cometan errores y/o las cosas se pongan difíciles, recuerda que Dios nunca prometió que tus hijos siempre te obedecerían, tomarían las decisiones que deberían tomar o te responderían como mereces. Después de todo, ellos tienen el mismo libre albedrío del que tú disfrutas. Pero Él sí promete que tus esfuerzos darán fruto y que tarde o temprano tus hijos volverán a la verdad que les has enseñado.
Por tanto, continúa, y mientras esperas la recompensa, recuerda que Dios hace que todas las cosas ayuden al bien de aquellos que lo aman y son llamados de acuerdo a su propósito. Al final, Él será glorificado o alabado como resultado directo de tus esfuerzos. Si realmente amas y confías en tu Padre Celestial como lo haría un hijo, eso será suficiente para ayudarte a llegar hasta el final. Esto te traerá alegría.
- ¿Por qué es tan importante que no permitas que la respuesta de tus hijos determine la forma en que eliges interactuar con ellos y criarlos?
- ¿La opinión de quién es la que más importa respecto a tus esfuerzos?
- ¿Qué consuelo encuentras en la promesa de Dios de usar tu obediencia para criar a tus hijos y convertirlos en las personas que Él quiere que sean? ¿Cómo te libera esta promesa?
- ¿Cómo influye en tu determinación de criar a tus hijos de acuerdo a la voluntad de Dios?
Lee Romanos 8:28, Proverbios 22:6 y Efesios 1:11.
Acerca de este Plan
Los hijos son una bendición del Señor, no importa las circunstancias que rodearon su nacimiento (Salmo 127: 3). Si eres padre, dale gracias Dios por ello y decide en este momento que vas a ser lo que Dios quiere que seas en la vida de tus hijos: un reflejo visible y tangible de Él, sin importar las decisiones que hayas tomado hasta este momento. ¡Ser un buen padre no es tan difícil como parece! Todo lo que tienes que hacer es amar a tus hijos igual que tu Padre Celestial te ama a ti.
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