Levántate y ResplandeceMuestra

Acercándonos a Dios

La oración es otra manera de acercarnos a Dios mientras nos convertimos en una luz brillante para Él. La Biblia dice: “Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que, si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido” (1 Juan 5:14–15). Podemos llevar todos nuestros dolores, preocupaciones y anhelos a los pies de Dios.

Orar a través del libro de los Salmos es una excelente manera de comunicarte con Dios cuando tienes dificultades para poner tus pensamientos en palabras. La mayoría de los salmos, como Salmos 139, son oraciones escritas por otros. Me parece muy significativo ofrecer las mismas declaraciones y peticiones que personas como el rey David oraron a Dios. Dado que los Salmos son parte de la Palabra de Dios, es poderoso cuando tomamos la decisión de orarlos (o cualquier versículo de la Biblia) sobre nuestras vidas. Como vimos ayer, la Biblia está viva, activa y alineada con el corazón del Señor.

A medida que nos acercamos a Dios, aprendemos a apoyarnos en Él cada vez más. La historia de Moisés en la Biblia nos recuerda esto. En Éxodo 3:1–12, Dios se aparece a Moisés desde dentro de una zarza ardiente. (¡Observa que Dios se aparece a Moisés en forma de luz!). Luego llama a Moisés para que saque al pueblo de Egipto, una tarea enorme que completar. La respuesta de Moisés fue preguntar: “¿Quién soy yo?” Quizás tengas esa respuesta al llamado de tu vida: Pero, Señor, ¿quién soy yo?

La respuesta de Dios a Moisés fue: “Yo estaré contigo”. Amigo mío, en todo lo que hagas, el Señor está contigo. Quizás estés dudando de tu llamado. Quizás te sientas descalificado para ir y ser una luz para Cristo. Puede que ni siquiera quieras hacerlo. Pero el Señor estará contigo. Esa es una promesa de Dios. No estás llamado a hacer nada de esta santa obra tú solo, sino junto al Padre. Cuando te acercas al Señor, Su resplandor brilla en ti.

Señor, hoy vengo ante Ti con un corazón ansioso por acercarme más a Ti. No puedo hacer esto solo. Necesito Tu fuerza y Tu gracia. Protégeme, guíame y enséñame más sobre ti. Amén.