Yugo desigual en el matrimonio: Desafíos y oportunidadesMuestra
APOYANDO A TU HIJO ADULTO EN UNA RELACIÓN ESPIRITUALMENTE MIXTA
¿Cómo debes responder si eres el padre de un hijo adulto, un hijo por el que te esforzaste mucho en criarlo en la disciplina y amonestación del Señor, que planea casarse con alguien que no es de la fe cristiana? ¿Deberías expresar tus objeciones? ¿Deberías señalar los peligros potenciales de la unión propuesta? ¿Deberías llegar tan lejos que para dar a conocer tu desaprobación te niegues a asistir a la boda?
Ninguna de estas preguntas tiene una única respuesta "correcta". Al final, todo se reduce a una cuestión de conciencia personal. La conciencia es algo que los escritores bíblicos toman muy en serio. Dejan espacio para una gran escala de latitud y alcance en esta área (ver, por ejemplo, Hechos 23:1; Romanos 2:15, 9:1, 14:5; I Corintios 8:1-13; II Corintios 1: 12; I Timoteo 1:5, 19; Hebreos 9:14; I Pedro 3:16, 21). En última instancia, solo tú y tu cónyuge pueden decidir cómo manejar esta delicada situación.
Mientras tanto, hay algunas cosas que quizás desees tener en cuenta a medida que avanzas. Primero, recuerda que, como adulto en pleno derecho, tu hijo es tu par. Esto significa que la tarea de “criarlo” ahora está completa. Tu papel básico ha cambiado de ser guía y director a asesor o mentor. Siempre serás mamá y papá, por supuesto. Es comprensible que desees que tu hijo honre la fe en la que se crió. A pesar de esto, ya no estás en condiciones de decirle qué debe hacer.
Puedes expresar inquietudes acerca de la elección de su pareja para el matrimonio. Puedes hablar sobre principios bíblicos relevantes. Puedes señalarle que el potencial de conflicto aumenta en cualquier matrimonio donde los cónyuges no pueden ponerse de acuerdo sobre sus convicciones espirituales más profundas. Podrías instar a la joven pareja a confrontar de frente ese potencial problema con la ayuda de un consejero prematrimonial. Puedes discutir todos estos temas abierta e inteligentemente, tal como lo harías con cualquier amigo cristiano adulto. Pero al final tienes que tratar a tu hijo adulto como a un igual y respetar sus decisiones.
En segundo lugar, toma en cuenta que aquí, como en todas las áreas de tu relación con un hijo adulto, es crucial mantener límites saludables. Esto significa identificar lo que es tuyo y lo que no lo es. Es cuestión de aprender a diferenciar entre las cosas que puedes y las que no puedes controlar. Como ya dijimos, no puedes dictar el comportamiento de otro adulto. Sin embargo, puedes decidir permanecer fiel a tus propios valores y convicciones. También puedes pedirle al otro adulto que respete tus creencias. ¿Estás completamente convencido de que sería incorrecto apoyar este matrimonio asistiendo a la boda? ¿Estás seguro de que te sentirías y responderías de la misma manera si una de las personas involucradas no fuera tu hijo? Si es así, entonces por todos los medios mantente firme. No cedas a la presión. No comprometas tus creencias solo para apaciguar a tu hijo. Pero asegúrate de explicar tus acciones y elecciones con compasión, sensibilidad y mucho cuidado.
Finalmente, toma tiempo para reflexionar sobre todas las opciones. No te apresures sobre la base de reacciones emocionales. Si lo piensas detenidamente, puedes concluir que este problema no es todo blanco o negro (todo o nada) como parece. Una cosa es dar tu “sello de aprobación” a un matrimonio participando activamente en la boda. Otra es simplemente, asistir y sentarte en la congregación como una expresión de amor y respeto. Podría valer la pena preguntarte si hay otras formas de mostrar una preocupación legítima por esta unión. Independiente de cómo se maneje la situación, evita romper los lazos con tu hijo. No deseas provocar un alejamiento a largo plazo de la joven pareja y tus futuros nietos. Debes sopesar y equilibrar todas estas consideraciones antes de caer a un lado o al otro.
Para obtener más ayuda, visita el sitio web de Focus on the Family o llama al Departamento de Consejería del ministerio para una consulta gratuita al 855-771-HELP (4357).
¿Cómo debes responder si eres el padre de un hijo adulto, un hijo por el que te esforzaste mucho en criarlo en la disciplina y amonestación del Señor, que planea casarse con alguien que no es de la fe cristiana? ¿Deberías expresar tus objeciones? ¿Deberías señalar los peligros potenciales de la unión propuesta? ¿Deberías llegar tan lejos que para dar a conocer tu desaprobación te niegues a asistir a la boda?
Ninguna de estas preguntas tiene una única respuesta "correcta". Al final, todo se reduce a una cuestión de conciencia personal. La conciencia es algo que los escritores bíblicos toman muy en serio. Dejan espacio para una gran escala de latitud y alcance en esta área (ver, por ejemplo, Hechos 23:1; Romanos 2:15, 9:1, 14:5; I Corintios 8:1-13; II Corintios 1: 12; I Timoteo 1:5, 19; Hebreos 9:14; I Pedro 3:16, 21). En última instancia, solo tú y tu cónyuge pueden decidir cómo manejar esta delicada situación.
Mientras tanto, hay algunas cosas que quizás desees tener en cuenta a medida que avanzas. Primero, recuerda que, como adulto en pleno derecho, tu hijo es tu par. Esto significa que la tarea de “criarlo” ahora está completa. Tu papel básico ha cambiado de ser guía y director a asesor o mentor. Siempre serás mamá y papá, por supuesto. Es comprensible que desees que tu hijo honre la fe en la que se crió. A pesar de esto, ya no estás en condiciones de decirle qué debe hacer.
Puedes expresar inquietudes acerca de la elección de su pareja para el matrimonio. Puedes hablar sobre principios bíblicos relevantes. Puedes señalarle que el potencial de conflicto aumenta en cualquier matrimonio donde los cónyuges no pueden ponerse de acuerdo sobre sus convicciones espirituales más profundas. Podrías instar a la joven pareja a confrontar de frente ese potencial problema con la ayuda de un consejero prematrimonial. Puedes discutir todos estos temas abierta e inteligentemente, tal como lo harías con cualquier amigo cristiano adulto. Pero al final tienes que tratar a tu hijo adulto como a un igual y respetar sus decisiones.
En segundo lugar, toma en cuenta que aquí, como en todas las áreas de tu relación con un hijo adulto, es crucial mantener límites saludables. Esto significa identificar lo que es tuyo y lo que no lo es. Es cuestión de aprender a diferenciar entre las cosas que puedes y las que no puedes controlar. Como ya dijimos, no puedes dictar el comportamiento de otro adulto. Sin embargo, puedes decidir permanecer fiel a tus propios valores y convicciones. También puedes pedirle al otro adulto que respete tus creencias. ¿Estás completamente convencido de que sería incorrecto apoyar este matrimonio asistiendo a la boda? ¿Estás seguro de que te sentirías y responderías de la misma manera si una de las personas involucradas no fuera tu hijo? Si es así, entonces por todos los medios mantente firme. No cedas a la presión. No comprometas tus creencias solo para apaciguar a tu hijo. Pero asegúrate de explicar tus acciones y elecciones con compasión, sensibilidad y mucho cuidado.
Finalmente, toma tiempo para reflexionar sobre todas las opciones. No te apresures sobre la base de reacciones emocionales. Si lo piensas detenidamente, puedes concluir que este problema no es todo blanco o negro (todo o nada) como parece. Una cosa es dar tu “sello de aprobación” a un matrimonio participando activamente en la boda. Otra es simplemente, asistir y sentarte en la congregación como una expresión de amor y respeto. Podría valer la pena preguntarte si hay otras formas de mostrar una preocupación legítima por esta unión. Independiente de cómo se maneje la situación, evita romper los lazos con tu hijo. No deseas provocar un alejamiento a largo plazo de la joven pareja y tus futuros nietos. Debes sopesar y equilibrar todas estas consideraciones antes de caer a un lado o al otro.
Para obtener más ayuda, visita el sitio web de Focus on the Family o llama al Departamento de Consejería del ministerio para una consulta gratuita al 855-771-HELP (4357).
Escritura
Acerca de este Plan
Casarse con alguien que no comparte tu fe en Jesucristo no es un asunto casual. No estar de acuerdo entre chocolate y vainilla es un bache relacional. Estar en desacuerdo en la manera de ver el mundo puede ser una montaña. Ya sea que te convertiste al cristianismo antes o después de casarte, o si eres soltero y estás saliendo con alguien o construyendo una relación romántica, vamos a hablar de los desafíos y las oportunidades que surgen al estar en un desajuste espiritual.
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Queremos agradecer a Focus on the Family por proveer este Plan. Para más información, por favor visita: http://family.custhelp.com/app/home