Día 5

Esta semana, hemos dedicado nuestro tiempo a aprender sobre personas en la Biblia que tuvieron que superar sus propios miedos y ansiedades sobre su futuro. Aunque estaban ansiosos, tuvieron que aprender a confiar plenamente en el carácter constante e infalible de Dios. También aprendimos sobre el Espíritu Santo, nuestro Maravilloso Consejero, quien es fiel en cumplir sus promesas a cada uno de nosotros para nuestro futuro.

Cuando piensas en tu futuro, lo primero que te viene a la mente es probablemente la próxima etapa de tu vida que estás considerando, tu plan quinquenal o tal vez incluso algo que temes esta semana. El futuro puede ser emocionante, aterrador, abrumador y esperanzador al mismo tiempo. Pero ¿qué pasa si damos un paso más allá de nuestra línea de tiempo finita? Sabemos que las Escrituras dicen que si estás en Cristo Jesús, tienes absolutamente el mejor futuro reservado para ti, pero no será hasta que termine nuestro tiempo en la tierra.

Cuando piensas en el cielo, ¿qué ves? ¿Visualizas las deslumbrantes puertas nacaradas? ¿Las brillantes calles de oro? ¿Un trono adornado con toda clase de joyas? Si bien todas estas son descripciones de las Escrituras, esto es solo el comienzo. Estas hermosas imágenes palidecen en comparación con lo que vamos a experimentar.

Gracias a Jesús, se nos ofrece una eternidad en la presencia de nuestro Salvador, adorándolo en un completo paraíso. Se nos da la oportunidad de prosperar en un lugar donde no habrá lágrimas, tristeza, dolor ni pecado. Las Escrituras dicen: “y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Él ha hecho nuevas todas las cosas. Este es nuestro futuro. Esta es nuestra esperanza.

Paso de acción: Piensa en lo que recientemente has permitido que te abrume sobre tu futuro. Dedica un tiempo a compartir con Dios lo que te viene a la mente y pídele que calme tu espíritu. Agradécele por la paz que se encuentra en sus promesas de victoria y una eternidad con Él en el cielo.