Día 8

El dolor presente puede hacer que las personas hagan cosas raras. Al inicio de una lesión, ya sea física o emocional, las personas que nos rodean suelen ser compasivas y comprensivas. Pero a medida que la novedad desaparece, la compasión puede desvanecerse y las suposiciones pueden echar raíces. ¿Hicimos algo para causar nuestra situación? ¿Es un castigo? ¿Simplemente el Señor nos pasa por alto?

Isabel y Zacarías atravesaron años de infertilidad. No sólo anhelaban tener un hijo como muchas parejas, sino que la esterilidad estaba especialmente mal vista durante su época, lo que aumentaba su dolor. La presencia del dolor persistió mucho después de la primera vez que se dieron cuenta de que tener un hijo no iba a suceder como esperaban.

¿Cómo atravesamos el dolor con integridad y honestidad cuando las estaciones se convierten en años o incluso décadas?

Isabel y Zacarías permanecieron fieles a su esperanza de tener un hijo (aunque debe haber sido doloroso verla frustrada día tras día) y a su papel como familia sacerdotal. Nos muestran que la decepción y la esperanza pueden coexistir en un mundo roto. Podemos confiarle al Señor nuestras vidas, incluso cuando no entendemos por qué tenemos dolor, porque Él es el Señor.

Un día, sus oraciones por su futuro se convirtieron en su realidad presente. El ángel le dijo a Zacarías que Dios había escuchado sus oraciones por un niño. Lo que parecía imposible para el hombre, de repente se hizo realidad para Dios. Cuando el mundo te dé razones para renunciar a cualquier esperanza, recuerda que la gran misericordia fue precedida por gritos de gran dolor una y otra vez a lo largo de la historia. El mismo Dios que escuchó a Israel en la esclavitud, a David huyendo de Saúl y el dolor de Isabel, es el mismo Dios que escucha cada palabra en tus labios.

Esta semana, nos apoyamos en el dolor presente. No porque nos regodeemos en la lástima, sino porque nuestro dolor actual nos ofrece la oportunidad de conectarnos con el Señor y expresar nuestra fe (por grande o pequeña que sea) en que Él es fiel a Su Palabra y que hay gozo por venir a través de nuestras pruebas. En lugar de ver nuestras circunstancias como una incomodidad que debemos evitar, inclinémonos para buscar el consuelo que Dios puede brindar a quienes lo buscan de todo corazón.

Paso de acción: ¿Cuál es el dolor actual que ves en tu vida y a tus alrededores? No renuncies a tus oraciones y a buscar el consuelo de la presencia de Dios. Vuelve a comprometer tu confianza con el Señor llevándole esas heridas en oración hoy nuevamente.