Día 12

Cada Navidad, cantamos canciones para Emanuel, Dios con nosotros. Juan escribe sobre esta idea con claridad y asombro en su evangelio.

“Dios con nosotros”.

El Verbo se hizo carne, se unió a su creación en el desorden autoinfligido y vivió entre nosotros. Él era completamente Dios, completamente humano y completamente presente en el dolor de la humanidad.

“En el principio…”

Aunque Juan comienza su libro de manera muy similar a Génesis recordando la creación, rápidamente menciona el cumplimiento de la promesa de Dios a Eva en la caída. Había llegado el que aplastaría al enemigo. Lo que era un susurro de la gloria y la gracia de Dios ahora se había convertido en una revelación de salvación que caminaba, respiraba y vivía. Todos los que quisieran creer eran ahora bienvenidos a la luz, que no podía ni puede ser superada. Somos hijos de Dios, coherederos con Cristo, plenamente redimidos.

Pero esto no significa que lo tengamos todo resuelto. No nos volvemos perfectos una vez que creemos; más bien, tenemos la cobertura de la gracia –el favor inmerecido– porque Jesús la ganó para nosotros. En lugar de culpa por asociación, tenemos inocencia. Nuestro libre albedrío todavía nos dará oportunidades de caer nuevamente cada día, pero cuando elegimos creer nuevamente en Jesús e intentamos caminar en la luz de la verdad, podemos experimentar la gracia que Dios da a través de Cristo aquí y ahora.

Piensa en el último "mal día" que tuviste. Repite los puntos principales de ese día en tu mente, pero con Jesús de pie contigo. Cuando preferimos mentir antes que admitir nuestras faltas o temores, Él nos convence con suavidad, recordándonos que debemos obedecer la voluntad del Padre eligiendo la luz de la verdad. También le veríamos invitándonos a un espacio tranquilo para pasar tiempo hablando con Dios en lugar de escuchar el caos de los medios de comunicación. Y, sin duda, le veríamos caminando con nosotros por los pasillos de las consultas médicas y los hospitales, consolándonos en nuestro dolor y sanando nuestros lugares rotos.

¿Ves la gloria de la presencia de Jesús a tu alrededor? ¿La plenitud de la gracia y la verdad? Él estuvo allí desde el principio. Colosenses 1 nos dice que por medio de Él todo fue hecho y se mantiene unido. La Palabra es todopoderosa, y aún así está plenamente presente en esta vida desordenada. No vino sólo para ser identificable, para comprobar cómo era nuestro mundo. Él sabía lo que era la creación en el principio y lo que es ahora en el otoño. Él vino no sólo para consolarnos en nuestro dolor, sino también para vencer el pecado que lo causó. El dolor presente da paso al consuelo cuando elegimos la gracia y la verdad de Jesús.

Paso de acción: Ora durante el día y pídele a Dios que te recuerde Su palabra y presencia en tu vida. Entrega cualquier dolor o frustración que te impida la unidad con Él. ¡Él es fiel para encontrarte donde estés y guiarte hacia adelante en sus caminos!