Día 16

Primera de Reyes, capítulos 17-19, describen varios momentos en los que Dios usó a Elías para traer provisión milagrosa, sanidad y victoria para él y los demás. Elías debería haber tenido algo de confianza después de experimentar estos milagros, pero un mensaje de la malvada reina Jezabel, “¡Que le corten la cabeza!” le hizo huir para salvar su vida.

¿Cómo podría esta amenaza existencial ser su recompensa por obedecer fielmente a Dios? En lugar de caminar victorioso, se sintió agotado y asustado.

Al acercarnos a las fiestas, podemos sentirnos ansiosos al anticipar situaciones sociales incómodas o reuniones familiares tensas. Tal vez alguien que conoces a menudo intenta acusarte, hacerte tropezar o incluso amenazarte. Como siempre lo han hecho, reflexionas sobre cómo evitarlos por completo o al menos minimizar tu tiempo con ellos sin ofender al resto de tu familia.

¿Cómo podemos prepararnos para eso?

Elías corrió durante 40 días hasta llegar al monte Horeb, oró desesperadamente y esperó a saber de Dios. No escuchó a Dios en el terremoto, el viento o el fuego. Escuchó la voz de Dios en un suave susurro.

Dios no nos sacude físicamente para llamar nuestra atención, no nos derriba con su poder ni nos quema en el calor del momento. No, Él espera hasta que dejemos todo a un lado y tranquilicemos nuestro corazón ante Él.

Al igual que lo que enfrentó Elías, lo que nosotros enfrentamos puede ser emocionalmente agotador y plagado de ansiedad. Pero Dios sabía a qué se enfrentaba Elías y también sabe a qué te enfrentas tú.

Él puede dar dirección y un plan de acción, pero su voz llega como un suave susurro, por lo que nos beneficia estar lo suficientemente callados para escucharla.

Paso de acción: Al igual que Elías, ¿puedes hacerte a un lado y silenciar las voces dentro de tu cabeza, ya sean ansiedad, amenazas o acusaciones? ¿Puedes respirar por un momento e invitar al Señor a tu espacio? ¡Pídele que te muestre la manera de traer vida, amor y esperanza a tu comunidad mientras nos preparamos para celebrar el nacimiento de nuestro Señor Jesús!