Introducción

Jesús vino a la tierra para poder salvar a la humanidad de sus pecados. Él proporcionó gracia sobre gracia para cada etapa de nuestra vida, y cada temporada navideña reflexionamos con asombro sobre cómo Él se humilló para acercarse a nosotros. Este plan está diseñado para guiarte a través de los efectos del nacimiento de Jesús en tu futuro, presente y pasado. ¡No hay ningún aspecto de tu vida que su maravilla eterna no pueda alcanzar y sanar!

Día 1

¿Alguna vez te has preguntado por qué Jesús dijo que sería mejor que viniera el Espíritu que estar con nosotros físicamente? La Navidad es la historia del Hijo de Dios que se hizo carne y habitó con nosotros. Emanuel. La morada de Su Espíritu Santo es que Él viene a morar en nosotros. El Espíritu Santo es el propio espíritu de Cristo, el Maravilloso Consejero, que vive dentro de nosotros y nos da poder para vivir como Jesús.

William Temple lo explicó de esta manera: “No sirve de nada darme una obra como Hamlet o El rey Lear y pedirme que escriba una obra como esa. Shakespeare podría hacerlo; yo no. Y de nada sirve mostrarme una vida como la vida de Jesús y decirme que viva una vida así. Jesús pudo hacerlo; yo no puedo. Pero si el genio de Shakespeare pudiera venir y vivir en mí, entonces podría escribir obras como ésta. Y si el Espíritu de Jesús pudiera venir y vivir en mí, entonces podría vivir una vida así”. Tenemos el don del Espíritu Santo que nos guía desde dentro para vivir como lo haría Cristo.

A pesar de esta verdad, muchos de nosotros estamos atormentados por la preocupación por el futuro, especialmente en Navidad. Nuestras preguntas pueden comenzar a consumirnos. ¿En quién me convertiré? ¿Qué lograré? Cuál será mi legado? Hemos olvidado lo que la Biblia llama el sello de la promesa de Dios. Este sello es un símbolo legal de propiedad. Por Su espíritu, somos marcados como hijos e hijas salvaguardados, protegidos y provistos. Nos ha dado el “espíritu de adopción”. Todo lo que Él tiene es nuestro. Esta es nuestra herencia de gracia y no podemos gastarla más. Nuestra promesa por el momento es que Él está con nosotros en todo momento. Nuestra promesa para el futuro es que Aquel que comenzó la buena obra en nosotros será fiel para terminarla. Él nunca ha fallado antes y no fallará ahora.

Entonces, cada vez que comenzamos a notar que la ansiedad se apodera de nosotros sobre el futuro, podemos hacer una pausa y pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a identificar de dónde viene ese sentimiento. El miedo y la duda han tenido la misma fuente desde el jardín. Necesitamos preguntarnos: “¿Qué mentira estoy creyendo que me está costando la paz?” El Maravilloso Consejero y el Príncipe de Paz son uno y Él nos conduce de regreso a Él. Él es Emanuel, Dios con nosotros.

Paso de acción: ¿Puedes identificar áreas de ansiedad en las que podrías estar asociandote con un espíritu de miedo respecto al futuro? Invita al Espíritu Santo a aconsejarte y recordarte lo que es verdad.

*Cita del texto de Cristianismo Básico de John R. W. Stott para el contenido devocional del primer día.