Felicidad Y BienestarMuestra
En el libro de Apocalipsis, oímos decir al poder espiritual que está detrás de Babilonia: "Estoy sentada como una reina, no soy viuda y el luto no lo veré nunca" (Ap. 18:17b). La imagen que obtenemos aquí es la de un poder que está lleno de sí mismo y se siente seguro, hasta que se escucha la Palabra de Dios (Ap. 18:5).
El mismo orgullo y arrogancia encontramos también con el mayor rey que jamás haya reinado sobre Babilonia, Nabucodonosor. Cuando examina la ciudad que ha construido, dice: "¿No es esta la gran Babilonia que he edificado con mi poderío como residencia real y para gloria de mi majestad?" (Dan. 4:27).
Su poder es evidente hasta que Dios habla, y se vuelve como una bestia en el campo (Dan. 4:28 ss.). Nabucodonosor aprendió la lección, y fue restituido como rey con gloria y majestad (Dan. 4: 31-34).
Desgraciadamente, reconozco esto también en mi propia vida. Después de mi interludio en un puesto de gestión inferior en una empresa de venta al por menor, me convertí en el director general de una empresa automotriz que creció rápidamente y se expandió a varios lugares y especializaciones.
Si las cosas van bien y tienes éxito, te ganas el respeto, los símbolos de estatus que lo acompañan y una buena recompensa económica. Esto te hace sentir bien. Te dejas llevar por la corriente del éxito, el respeto y la adrenalina. Siempre estás en movimiento y todo parece posible y se convierte en oro. Poco a poco te vas convenciendo de tus propias capacidades y de tu éxito. Tú has hecho todo esto y lo has construido.
Si sacas estas conclusiones, sientes que tu orgullo se eleva, pero sigues pensando: "¡Todo esto lo he conseguido yo! Sigues por el camino que llevas, hasta que....?
En mi caso, hasta que llegas a casa una noche y tu pareja quiere hablar, porque cree que hay algo que no funciona en ti y en la relación matrimonial. Cuando exploras las razones por las que las cosas están funcionando mal, descubres que ya no quieres a las personas por lo que son, sino que las valoras por lo que hacen por ti, o por lo que significan para ti.
Los clientes se convirtieron en beneficios o en máquinas de hacer dinero, el personal se convirtió en un gasto y/o en un instrumento de producción, los amigos en un buen rato de diversión, tu pareja se convirtió en un lugar de paz y tranquilidad, en alguien que cuida de los niños y se encarga de que no te falte de nada. Todas mis relaciones se habían convertido en instrumentos de beneficio y lucro.
Este descubrimiento fue un shock para mí. Solamente cuando empecé de nuevo a relacionarme con las personas que eran importantes para mí, descubrí en quién me había convertido: en un personaje autosatisfecho y ensimismado con rasgos narcisistas. Yo era el eje de mi propia vida y lo filtraba todo a través de mi propio punto de vista. Me faltaba empatía, tenía una ambición ilimitada y un interés demasiado grande por los símbolos de estatus y el reconocimiento.
Cuando descubrí esto, llegué a la conclusión de que era hora de cambiar. Quería amar a las personas por lo que eran, dedicar mi vida a Dios y a las personas que conocía.
Pregunta del día:
¿Cuáles elementos de este relato reconoces en tu propia vida y actividades empresariales?
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Acerca de este Plan
¿Cómo podemos contribuir, como empresarios, a la felicidad y el bienestar de todos los que participan en nuestra empresa? ¿Dónde encontramos nuestra propia felicidad y satisfacción?
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