Grandes Héroes De La Fe - JacobMuestra

Sin las heridas, ¿Dónde estaría Su poder?

"El hierro afila el hierro y un hombre afila a otro" (Prov.27:17)

En los tiempos del Antiguo Testamento, se usaba una hoja de hierro para afilar a otra, hasta que ambas sacaran su mayor filo. El concepto de "Hierro para afilar el hierro" obviamente implicaba al menos dos piezas de “Alto calibre” que se rozaran o friccionaran constantemente con el fin de volverse más cortantes o en su defecto, más efectivas para su labor.

Este sencillo proverbio ilustra un importante principio espiritual. “Dios nos afina, trata con otros, de la misma forma que nos usa para “Afilar” a otros, con el fin de hacer que su Reino sea establecido”.

Génesis 29 nos dice que Jacob fue a la tierra de los orientales a casa de su tío Labán, un astuto comerciante oriental. Después de pasar un mes como invitado, Labán le propuso a Jacob que trabajara para él, pidiéndole que él mismo se pusiera su salario (Gen 29:14-15).

Jacob hace alarde de su malicia y como buen joven enamoradizo, aceptó el trato y pidió como pago que se le diera a la hermosa Raquel por esposa. Por amor estaba en condiciones de servirle a Labán por siete años. Pero el astuto engañador sería engañado en su noche de bodas. Labán intercambia a Raquel por Lea y al despertar, en su lecho, Jacob asombrado descubre que está acostado con Lea en lugar de Raquel. Al final, terminaría Jacob sirviendo por veinte años a su tío, tiempo en el cual Dios usaría las injusticias de Labán para ir quebrantando poco a poco la vida natural de Jacob con el fin de hacer de él una gran nación espiritual (Gen.29:1-30).

Nos sorprendería saber que en oportunidades encontramos el poder trasformador de Dios en las cosas cotidianas de la vida y en nuestro trato con los demás, más que en nuestras constantes búsquedas de experiencias extraordinarias en las alturas espirituales. Dios nos creó para estar unidos a Él; este es el propósito original de nuestra existencia, por tanto, todo aquello de este mundo y de nosotros mismos que nos prive de este propósito será removido por Dios, porque nos ama.

Recuerda, la ternura de Dios en el poder trasformador de nuestra cotidianidad y trato con los demás, hace que Él vaya preparando todo para el bien de los que le amamos, es decir, de los que Él ha llamado de acuerdo con su plan (Rom.8.28).