Vivir renovado: Atravesando el dueloMuestra

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Si te preguntas a dónde vamos desde aquí, no hay una respuesta fácil. No existe una solución de la noche a la mañana que pueda terminar con tu angustia. Desafortunadamente, el dolor de esta pérdida puede ir y venir hasta que llegues al cielo, pero no siempre se sentirá tan inmanejable como ahora, especialmente si sigues avanzando en el proceso de duelo.

El día que mi papá murió, fui yo quien realizó la RCP hasta que llegó la ambulancia. Durante varios años después de eso, cada vez que pensaba en mi padre, mi mente regresaba a ese terrible momento. Fue un recuerdo tan difícil de manejar para mí que hice todo lo que pude para evitar pensar en ello, lo que solo me mantuvo atrapada en mi pena.

Entonces, un día, fui de viaje con mi grupo pequeño de mujeres al mismo pueblo pequeño donde murió mi papá. Paramos en la misma tienda de comestibles. Visitamos la misma parada de descanso donde nos habíamos tomado nuestra última foto familiar. Incluso encontramos el valle donde Dios me encontró y me trajo paz. Mis amigas fueron muy pacientes y amables al escucharme mientras procesaba todo lo que sentía al volver a visitar el lugar donde experimenté tal tragedia.

Después de ese viaje, finalmente pude rememorar los buenos recuerdos de mi papá sin revivir el trauma de ese día. Necesitaba distancia del evento y espacio para procesar lo que sucedió. Necesitaba amigas que me apoyaran y me amaran a través de mi dolor. Solo cuando estuve dispuesta a enfrentar mi dolor pude pasar al otro lado.

A veces necesitamos que otras personas nos ayuden a procesar nuestro duelo. Nadie entiende lo que es perder a un ser querido como alguien que lo ha perdido. Si no tienes personas a tu alrededor que hayan experimentado un tipo de pérdida similar, te animo a que busques un grupo de apoyo que te acompañe a través de tu dolor. Pero también recuerda que Aquel que mejor te entiende nunca se apartará de tu lado.

Al final del día, tenemos que estar dispuestos a compartir nuestro dolor con Dios. Procesarlo con personas que te apoyan es útil, pero no están ahí en las horas de medianoche, cuando tu dolor se hace insoportable. Dios siempre estará contigo y siempre estará listo para escuchar el clamor de tu corazón. Ya sea que necesites clamar a Él con tristeza o con ira, la belleza de nuestra relación con Dios es que no importa cómo reaccionemos ante nuestro dolor, no podemos alejarlo. Él siempre estará cerca del corazón quebrantado, y Él será fiel para sustentarnos.

En una carta a los Corintios, el Apóstol Pablo escribe: “Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados”. Esto significa que, como seguidores de Jesús, tenemos acceso ilimitado a Su fuerza para que podamos soportar incluso los momentos más difíciles de nuestras vidas.

Cuando te sientas presionado por todos lados, recuerda que no estás aplastado. Tienes el poder de Cristo viviendo en ti, y Él te fortalece. Cuando empieces a dudar, recuerda quién es Dios y todo lo que ha hecho por ti. Eres precioso para Él, y Él no te dejará atrapado en tu dolor. Deja que la verdad de Su bondad y misericordia te inunde y renueve tus fuerzas para seguir adelante.

Jesús, gracias por todo lo que has hecho por mí y por todo lo que sigues haciendo. Recuérdame que cuando me siento débil, Tú eres mi fuerza. Ayúdame a recordar que incluso cuando me siento presionado, no estoy aplastado. Ayúdame a seguir confiando en Ti y a seguir afrontando mi dolor. Sé que estarás conmigo en cada paso a través de este valle oscuro, y confío en que me llevarás a salvo al otro lado. Ayúdame a mantener mis ojos en Ti. Señor, dame una perspectiva eterna. Renueva el gozo de mi salvación y deja que me llene de esperanza para el futuro. En el santo y poderoso nombre de Jesús, amén.

Oramos para que Dios use este Plan para ministrar a tu corazón.
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