Vivir renovado: Atravesando el dueloMuestra

Sintiéndote estancado

¿Alguna vez has sentido que nadie entiende por lo que estás pasando? ¿Como si no supieran cómo consolarte y de alguna manera terminas tú intentando hacerles sentir mejor? O peor aún, pareciera que todos siguieron con sus vidas olvidándose de ti.

Si te sientes estancado en tu dolor, estamos contentos de que estés aquí. Estás haciendo lo mejor que puedes hacer volviéndote a la Palabra de Dios para encontrar esperanza y sanidad.

Sabemos por experiencia propia cuán aislados nos podemos sentir al perder a un ser querido, pero te prometemos que no estás solo. Mucha gente ha estado donde tú estás, incluido Jesús. Él también sabe lo que es una pérdida desgarradora.

El libro de Juan cuenta la historia de cuando Lázaro, el amigo cercano de Jesús murió. Cuando Jesús se entera de que Lázaro está enfermo, no sale corriendo para salvar a Su amigo. Él espera un par de días para viajar, y cuando Jesús llega, Lázaro ya está muerto. Si te suena familiar esta historia, sabes que Jesús resucita a Lázaro de entre los muertos. Pero antes de hacerlo, Jesús llora.

La muerte de Lázaro no era ninguna sorpresa para Jesús. Esto lo sabemos porque antes de que partiera para ver a Lázaro, Jesús les dijo a Sus discípulos que la enfermedad de Su amigo no terminaría en muerte. Les explica que lo que iban a vivir sería “para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado”. Incluso sabiendo que Lázaro iba a estar bien, Jesús igual se detuvo para llorar.

Dios no aminora tu dolor. Él te acompaña en él. Él se sienta contigo y llora contigo, así como Jesús se entristeció con María y Marta cuando ellas perdieron a su hermano. No es un pecado estar triste cuando pierdes a alguien cercano a ti. Es una emoción natural y necesaria con la que nuestro Dios ha tenido una experiencia personal.

Cuando sientas que nadie te entiende, recuerda que Dios sí lo hace. Él es constante y consecuente. Él nunca te dejará. Tu dolor nunca le molestará. Él nunca se olvidará de tu dolor. Él nunca seguirá adelante dejándote atrás. Él está cerca, así que apóyate en Él para que te consuele.

Padre, gracias por estar cerca de mí cuando sufro. Gracias por saber siempre exactamente lo que necesito y por cubrirme generosamente con Tu misericordia, sobretodo en los tiempos difíciles. Por favor, recuérdame que nunca estoy solo y que Tú estás siempre conmigo. Ayúdame a comunicarme Contigo en mis peores momentos. Tú eres mi consuelo y mi paz. Amén.