Cómo afrontar el dueloMuestra
Nos reuniremos pronto
Entre las grandes paradojas en la tierra, la alegría y la tristeza no son opuestas. De hecho, el dolor es el camino que lleva a una esperanza renovada, si lo permitimos.
Cuanto más nos permitamos sentir nuestro dolor, hablar de él y procesarlo, mayor será nuestra probabilidad de salir de las sombras con nuestra integridad intacta y nuestra fe más resistente.
En nuestros momentos oscuros podemos vivir vidas llenas de resentimiento, zapateando y agitando el puño contra Dios en acalorada ira. O, podemos poner nuestra fe en el Señor que tiene el dominio sobre la vida y la muerte. Tenemos la certeza de que Dios está con nosotros. Podemos confiar en estas palabras de Jesús: “Y os aseguro que estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo”.
La resurrección de Lázaro es la última de siete “historias de milagros” del Evangelio de Juan. Él las llama “señales”. Las señales apuntan más allá de sí mismas a otra realidad mayor.
Marta y María querían un milagro, y lo recibieron. Su petición fue concedida, su oración contestada. Pero Juan nos dice que es una señal, y las señales apuntan más allá de sí mismas hacia algo más importante y real.
Con frecuencia queremos una reversión o una resucitación; Cristo promete una resurrección. Jesús resucita a Lázaro, la última gran señal; pero Jesús es la resurrección y la vida.
Jesús ofrece algo mayor y mejor. No una vida fácil sino una nueva. Él es el verdadero milagro de la historia; es la respuesta final y definitiva a la oración. Él es la resurrección y la vida. No resucitación sino resurrección. No reversión sino renovación. Jesús derrotó al pecado, a la muerte y al infierno.
Si creemos en Él, tendremos vida real, definitiva, abundante, sustancial y eterna. Si morimos, también experimentaremos esa vida. Podemos experimentarla desde ahora porque es más grande aún que la vida que conocemos y la muerte que tememos.
Este es un gozo que sólo pueden apreciar los cristianos que han perdido a seres queridos que están en Cristo. Una de las dulces satisfacciones del cielo no es sólo ver a nuestro Salvador cara a cara, sino estar reunidos con nuestros hermanos y hermanas en Cristo que han cruzado el Jordán antes que nosotros.
1 Tesalonicenses 4:13-14 dice: “Hermanos, no queremos que ignoréis lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no os entristezcáis como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él”.
El rey David se consoló con esta verdad cuando murió su niño. Confiadamente afirmó “Yo iré adonde él está, aunque él ya no volverá a mí” (2 Samuel 12:20-23).
Este es el resquicio de esperanza al que debemos prestar atención cuando estamos ensombrecidos por las tormentosas nubes del duelo.
En vez de ver a los que amas como “muertos en el pasado”, comienza a verlos como “plenamente vivos en el cielo” y a comprender que nos reuniremos pronto con ellos.
Nuestro tiempo en esta tierra no es ni un abrir y cerrar de ojos comparado con el marco de la eternidad que está operando en el cielo.
Cita: Cuando voy a un cementerio me gusta pensar en el día en que los muertos se levantarán de sus tumbas... ¡Gracias a Dios, nuestros amigos no están enterrados, sólo están sembrados!, D.L.Moody
Oración: Señor, te agradezco por darnos la certeza de que pronto nos reuniremos con nuestros seres queridos. Amén.
Acerca de este Plan
Cuando alguien a quien amamos muere, a menudo sentimos muchas emociones diferentes. En este devocional de 10 días, aprenderás a gestionar el duelo cuando nuestros seres queridos se van con el Señor. Estas son lecciones que el Señor me ha estado enseñando después de que mi amada esposa se fue a casa para estar con el Señor a finales de junio de 2021.
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