Cómo afrontar el dueloMuestra
Esperanza en medio del dolor
¡Dios aún puede interponer un PERO!
Cuando Jesús supo que Lázaro estaba enfermo, su respuesta fue: “Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado”.
Después de dos días les dijo: “Lázaro ha muerto, y por causa vuestra me alegro de no haber estado allí, para que creáis. Pero vamos a verlo”.
Él tardó en ir “para que ellos creyeran”. Las demoras de Dios siempre tienen un propósito. Hay mayores niveles de fe a los que Él desea llevarnos. Ya les había mostrado que podía sanar; ahora les estaba enseñando que tenía poder incluso sobre la muerte. Esto sólo fue posible debido a la tardanza.
¿Es posible que en el tiempo de Dios, en su aparente ausencia, es cuando Él trata de enseñarte algo más grande, con mayor sentido, algo que todavía desconoces?
¿Puedes humillarte lo suficiente para aceptar esto? ¿Puedes creer que si Dios es lo suficientemente grande para crear todas las cosas, también lo es para tener una razón que permita un sufrimiento que no puedes entender? ¿Te ayuda esto a confiar, sabiendo que Dios es perfecto en su amor, justicia y soberanía, que ve el fin desde el principio, que sabe lo que está haciendo, aunque tú no puedas comprenderlo?
¿Oraste por la sanidad de alguien que amabas y aun así murió?
Podrías creer que todo ha terminado. PERO Dios todavía dice: “Mi nombre será glorificado a través de esto”. ¿Lo crees así?
En Juan 17:24, leemos palabras en las que debemos reflexionar y tenerlas cerca del corazón cuando alguien muere. Considera el deseo de Jesús: “Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo”.
Él desea que su pueblo esté con Él. Jesús está completamente feliz y satisfecho al reinar desde el cielo, pero según su oración en Juan 17, aún tiene un deseo que no se ha realizado: reunirse con los suyos en el hogar que les ha preparado (Juan 14:2-4).
Cuando muere un creyente, debemos recordar ante todos que el Padre ha respondido a la oración de Jesús. Dios es soberano sobre la muerte de los que amamos y tiene propósitos que tal vez nunca entendamos, pero podemos aferrarnos a la verdad de que Jesús ha orado a su Padre pidiendo que traiga a los suyos al hogar. Cuando un cristiano muere, el Padre está concediendo la respuesta a la petición de su Hijo.
Al menos podemos decir esto: cuando muere un ser querido, Jesús gana mucho más de lo que nosotros hemos perdido.
Sí, hemos perdido. Nunca más compartiremos la dulce comunión con esa persona amada. La magnitud de la pérdida a veces sobrepasa nuestras palabras. Pero esa pérdida no va más allá de las palabras de Jesús: “Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria”.
Podríamos llenar baldes de lágrimas, pero esas lágrimas van a brillar con gozo cuando nos demos cuenta de que la muerte de nuestro ser querido no es nada menos que una respuesta a la oración de Jesús.
Aquí vemos esperanza.
Cita: Los cristianos nunca dicen “adiós”; solo dicen “hasta que volvamos a encontrarnos”, Woodrow Kroll.
Oración: Señor, te agradezco porque en medio del dolor tenemos la esperanza de que pronto nos encontraremos con nuestros seres queridos. Amén.
Escritura
Acerca de este Plan
Cuando alguien a quien amamos muere, a menudo sentimos muchas emociones diferentes. En este devocional de 10 días, aprenderás a gestionar el duelo cuando nuestros seres queridos se van con el Señor. Estas son lecciones que el Señor me ha estado enseñando después de que mi amada esposa se fue a casa para estar con el Señor a finales de junio de 2021.
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