El Camino Del HéroeMuestra

Finalmente, David llegó al trono. Incluso después de la muerte de Saúl, hubo diferencias, y por supuesto batallas todavía que librar. Pero después de todo, Dios llevó a David a ser rey de Israel. Y lo más importante, David reconoció que era Dios quien lo había llevado hasta allí.

Pudiera parecer que aquí acaba todo. El final del camino del héroe llega, aparentemente, cuando vence al gran villano, cuando alcanza el lugar de máximo honor. Fin.

Al contrario, aquí empieza todo. Cuando David creía que ya había llegado al final, Dios le recuerda que sólo es el principio. Cada victoria, pasada y futura de David sobre sus enemigos, le pertenecía a Dios. Pero además, ambos hacen un pacto, o más bien, Dios le promete que guardará el futuro de su legado, lo que significa, que lo que Dios hizo y lo que iba a hacer con David, era sólo el principio de un largo camino, que no acabaría con la vida de David, sino que continuaría a lo largo de los siglos. Y al final del camino, tras generaciones y generaciones, llegaría Jesús.

Tras un proceso de esos que Dios usa para prepararnos, capacitarnos, y enseñarnos, suele llegar un trabajo específico que Dios quiere que ejecutemos en su nombre. Lo llamamos llamado, ministerio, misión...etc. Y podemos caer en el error de pensar, que ya hemos llegado. Que lo conseguimos, Dios nos trajo hasta aquí, y ya podemos sentarnos, y usar todo lo que sabemos y hemos adquirido para hacer todo lo que Dios quiera que hagamos. Sin embargo, Dios piensa y planifica mucho más a largo plazo de lo que podamos imaginar. Y esto implica que no podemos relajarnos y pensar que no habrá más procesos. Que ya no habrá más persecución. Que el tiempo de ser recaderos terminó. Que el servicio que ya hicimos no es digno de nosotros, que estamos a otro nivel. Porque entonces, perdemos de vista el plan a largo plazo de Dios. Las generaciones que nos seguirán. El camino del héroe sólo tiene una meta posible: Jesús. Sólo cuando estemos en su presencia nuestro camino, nuestro proceso de aprendizaje habrá terminado. Entonces y sólo entonces podremos decir, llegué.

Es esa actitud, esa capacidad de seguir aprendiendo, de sorprendernos, la que nos deberá acompañar en cada travesía. El camino del héroe es en realidad, el camino del creyente. Y la meta es la vida eterna.