El Camino Del HéroeMuestra

La persecución forma parte imprescindible de este camino. Todo héroe que se precie sabe que va a encontrar oposición de aquellos que quieren impedir que el bien venza sobre el mal. La batalla entre la luz y la oscuridad tiene siglos y siglos de historia. Pero como creyentes, como hijos del rey, como alumnos del Maestro, es necesario que entendamos, que la persecución, también forma parte de nuestro proceso de aprendizaje y capacitación.

La persecución que David sufrió por parte de Saúl, puso a prueba su propio corazón. Sus deseos, sus planes, sus sueños, y su relación con Dios. Fue probado con el fuego de la prueba, y salió vencedor. Su corazón no se vio dañado, sino purificado. Tuvo ocasión de vengarse, de rechazar el llamado a ser rey sobre Israel, de convertirse en tirano, o simplemente, de rendirse. Sin embargo, ninguna de estas respuestas fue una opción válida para David. ¿Pero, por qué?

La clave en este punto, es que David, antes de hacer, decir o planificar nada, consultaba a Dios. Y esta buena costumbre, no sólo le salvó la vida en numerosas ocasiones, lo dirigió hasta el propósito final que Dios tenía para él: el reinado.

Tal vez no parezca algo muy impresionante, consultar a Dios es sencillo, cuando estás en busca de hacer su voluntad, y en medio de algún asunto, entiendes que lo mejor es esperar su dirección. Pero cuando estás sufriendo la persecución en carne propia, parar de correr, tomar aire, y preguntarle a Dios qué hacer, hacia dónde ir, o a quién perdonar, no es tarea fácil.Bajo presión somos distintos, más impulsivos, más emocionales, y mucho más influenciables.

David en la cueva de Adulam, tenía todo a su favor para acabar con la vida de Saúl, y poner fin a su persecución, a sus abusos de poder, a su tiranía. Ya no se trataba del reino, era algo mucho más personal, se trataba de salvar su propia vida. Pero David, por su cercanía al corazón de Dios, vio la situación, la persecución, y aún a Saúl, bajo la mirada de amor y misericordia de Dios, y pudo perdonar. El perdón hace de nosotros creyentes más fuertes, más capaces y más preparados para la obra de Dios.