Emociones sagradas - Respuestas bíblicas para cada retoMuestra

Hay veces que las personas que más queremos sacan lo peor de nosotros. Aquellos con los que estamos en contacto diariamente parecen despojarnos de nuestra virtud cristiana hasta que dejan a la vista el feo núcleo de nuestra personalidad.

Todos tenemos personas difíciles en nuestras vidas, las cuales pueden haber sido estratégicamente colocadas ahí por Dios mismo. ¡Imagínatelo! Dios te quiere lo suficiente como para confiar en que serás amable con la gente difícil. Dios quiere que crezcas en el fruto del Espíritu y permite que una mujer grosera y displicente invada el círculo agradable de tu vida. Dios necesita a hombres y mujeres que, en cada generación, amen a aquellos que son imposibles de amar, sean amables con los groseros, pacientes frente a la desagradable impaciencia, y que bendigan a aquellos que son rotundamente crueles.

En realidad, Dios te creó para amar a personas que son tremendamente maleducadas. Te colocó aquí, en este momento de la historia, porque confió en que madurarías y permitirías que su gloria saliera de ti, iluminando con su brillo la oscuridad de las almas de la gente. Nunca harás esto con tu propia personalidad ni confiando en el legado emocional que has recibido de tus padres. Lo harás únicamente cuando decidas en tu corazón que quieres ser como Jesús. Cuando decidas que prefieres ser como Jesús, que ser como tú mismo. Cuando decidas que su camino es mejor que el tuyo, que no tienes una idea mejor que Dios.

Cuando muestras amor en situaciones turbulentas y decides ser amable en lugar de tener una rabieta exaltada y no falta de motivo, estás diciendo “¡voy a actuar como mi Padre! ¡Formo parte de su familia y esto es lo que hacemos! Amamos a personas detestables. Es la manera de hacer las cosas en esta familia, nos acercamos con amabilidad divina a personas displicentes”. Nunca olvides que has recibido el código genético familiar que te permite amar a las personas difíciles. ¡Es lo que hacen los cristianos!