¡Levántate y anda!Muestra
¡LEVÁNTATE Y ANDA!
Jesús tiene un especial interés por aquellas ovejas que se encuentran necesitadas de amor sin influir la edad ni la magnitud de sus pecados o por más perniquebradas que se encuentren. Él demostró ser el Buen Pastor por excelencia cuando estuvo en la tierra y la gente acudía en su ayuda. Recordemos a algunos de ellos:
- Mateo, el recaudador de impuestos (Mateo 9:9).
- María, sanada de siete demonios (Lucas 8:2).
- El endemoniado gadareno (Lucas 8:35).
- La mujer samaritana (Juan 4:39).
- El paralítico de Betesda (Juan 5:8-9).
- El ciego de nacimiento (Juan 9:7).
Aunque en este listado no se encuentre ni la cuarta parte del ministerio de Jesús, todas estas personas compartían similitudes: Una vida donde eran constantemente excluidos y señalados por la sociedad a causa de sus testimonios.
Esto no solo ocurrió con Él, sino también durante el ministerio de los apóstoles cuando se encontraron con un hombre cojo de nacimiento quien había hecho hábito ponerse en la puerta del templo para pedir limosnas a todo el que entraba. No obstante, cierto día cuando parecía repetirse la historia, Pedro fijó su mirada en él y dijo: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda" (Hechos 3:6 RVR1960).
¿Qué crees que ocurrió?
¡Al hombre no solo se le afirmaron los tobillos, sino que también ENTRÓ con ellos en el templo andando, saltando y alabando a Dios!
¡Wow! Cuando el hombre se disponía a recibir limosna creyendo para sí que aquello era lo que merecía, el regalo de la salvación llegó a su vida y quedó sanó totalmente.
Meditemos un momento.
Una persona coja no avanza ni aporta, sino que se interpone como obstáculo para sí mismo y los demás, conformándose siempre con limosnas. ¡Cuánto más si de lisiados espirituales hablamos!
Jóvenes que por agradar a sus amistades desobedecen a Dios; nosotras las mujeres muchas veces para no sentir soledad o por creer que nos quedaremos en la percha hemos escogido durante mucho tiempo personas muy alejadas del propósito y voluntad de Dios para nuestras vidas; y muchos ejemplos más como la pornografía, masturbación, fornicación, consumo de sustancias psicotrópicas… Es decir, una doble vida.
Un lisiado espiritual no puede producir frutos porque no hay en él compromiso ni mucho menos ha tenido un verdadero encuentro con el único que es capaz de restaurarlo por completo y traerle libertad. No veas con desesperanza identificarte como uno porque al igual que tú, yo también lo fui. De hecho, deja que te recuerde una historia:
Jesús habló sobre un gran banquete de bodas que un hombre preparó para su hijo y cuando extendió sus invitaciones a su grupo selecto todos empezaron a excusarse. En vista de aquello, el hombre ordenó a sus criados que salieran a las calles a invitar y traer a su puerta a todos los que encontraran, y déjame decirte que muy probablemente en ese grupo hubo cojos y ciegos, niños y adultos, desde el más humilde hasta el más impuro, pero en medio de esta multitud había uno que no pudo entrar.
Al igual que esta parábola, la puerta del Reino de Dios sigue estando abierta, pero no todos pueden entrar hasta que no hayan nacido de nuevo por el Espíritu. Es decir, no podemos pretender entrar en el lugar Santísimo con actitudes, pensamientos y prácticas abominables propias del mundo que obviamente sabemos que desagradan a Dios. Ir a las bodas del Cordero en esas condiciones bastaría solo segundos para ser pulverizados con su presencia.
Déjame profetizarte en fe y decirte que hoy se acabó para ti la limosna emocional y espiritual en tu vida. Dios te va a hacer andar y saltar para que tú lo alabes y des testimonio de cómo obró en ti. ¡Hoy es tiempo de entrar en el templo! Y si por primera vez lees sobre Jesucristo y todavía no le has rendido tu vida, el Buen Pastor quiere vendar y entablillar tu cojera, tomarte en brazos y cuidar de ti.
Sin importar el lugar donde te encuentres, haz esta oración conmigo:
Señor Jesús, reconozco que he sido pecador de nacimiento y me arrepiento de todo el mal que he hecho. Te pido que me perdones y me limpies con tu sangre preciosa derramada en aquella cruz. Hoy te recibo en mi corazón y te acepto como mi Señor y Salvador. Haz de mí una nueva persona y lléname de tu Santo Espíritu para poder permanecer firme en tus caminos. Amén.
¡Cuánta alegría me da saber que has realizado este gran paso! Te felicito y te bendigo en el nombre de Jesús. ¡Bienvenido a casa, amada oveja!
Y no olvides nunca, en medio de tus adversidades: ¡LEVÁNTATE Y ANDA!
Espero que este plan haya llegado a tu corazón y si tienes algún testimonio para compartirlo conmigo o si aceptaste a Cristo en tu corazón, puedes escribirme a mi perfil en Instagram: @angie.sevillano
Dedicatoria: Ministerio de Jóvenes Atrevidos, Equipo Reino.
Acerca de este Plan
Si durante mucho tiempo has estado batallando con un alma atribulada por heridas y dificultades, en este devocional veremos cómo nuestro Buen Pastor nos enseña a bastarnos en su gracia porque su poder se perfecciona en nuestra debilidad. Recuerda que cada proceso es pasajero, pero traerá consigo un mayor peso de gloria. Si pensabas quedarte tendido en el piso y pidiendo limosna, en el nombre de Jesús: ¡LEVÁNTATE Y ANDA!
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