EmocionesMuestra
Tus sentimientos pueden alimentar tu fe
¿Alguna vez has sentido que tus sentimientos están en desacuerdo con tu fe? Tal vez sigues a Jesús pero ese amigo sigue publicando cosas en redes sociales que te hace perder la cabeza. Tal vez te hayas encontrado gritando a tus hijos o a un miembro familiar. O no puedes librarte de la ansiedad por alguna incertidumbre por la que estás pasando.
Todos hemos pasado por eso. Todos hemos lidiado con emociones desagradables que nos hacen preguntarnos si nuestra fe es frágil.
Pero, ¿y si nuestros sentimientos y nuestra fe no están en guerra entre sí? ¿Y si nuestros sentimientos pueden alimentar nuestra fe?
Jesús vino como uno de nosotros. Era completamente hombre y completamente Dios. Experimentó todas nuestras emociones, pero no pecó. Las emociones no son el problema, usualmente es nuestra respuesta a ellas lo que puede resultar problemático.
Por mucho que queramos ocultarlas, olvidar que existen o adormecerlas con un kilo de helado, es importante recordar que Dios creó nuestras emociones. Él nos conectó para ser capaces de pensar y sentir.
A lo largo de las Escrituras vemos a Jesús enojarse, molestarse, frustrarse y experimentar muchas emociones más. En cada emoción, notamos que se conecta más con Su Padre.
En Mateo 26:37-39, vemos a Jesús angustiado por Su inminente crucifixión. Sin embargo, en medio de Su dolor, oró para que se haga la voluntad de Dios.
Esa es la clave. Jesús no ignoró Su propio dolor y no ignora el nuestro. Al contrario, prometió estar con nosotros en él. Así que, nuestras emociones pueden alimentar nuestra fe, pero solo cuando ellas nos guían hacia el Padre.
Lo vemos en Juan 16:20 cuando Jesús le dice a los discípulos:
“Les digo la verdad, ustedes llorarán y se lamentarán por lo que va a sucederme, pero el mundo se alegrará. Ustedes se lamentarán, pero su dolor se convertirá de pronto en una alegría maravillosa” (Juan 16:20 NTV).
Jesús sabía el propósito de Su dolor, pero no disminuyó la pena de los discípulos en el proceso. Jesús reconoció que llorarían y se lamentarían por lo que iba a suceder. No les dijo que lo superaran o que se esforzaran o que lo ignoraran. De hecho, dijo que el dolor se convertiría en alegría.
Tener sentimientos no es un fracaso. Son un recordatorio para ir al Padre. Durante los próximos días, hablaremos sobre cómo Jesús respondió a algunos de Sus sentimientos mientras estuvo aquí en la tierra y cómo eso informa nuestras acciones hoy.
Oración: Dios, gracias por conectarme con las emociones. Siempre que me sienta enojado, asustado, frustrado, triste, alegre o cualquier otra cosa, ayúdame a ir corriendo hacia Ti. Hoy me he sentido ____, pero sé que Tú estás conmigo en ese sentimiento. Muéstrame lo que quieres enseñarme a través de este sentimiento y ayúdame a responder de una manera que te honre a Ti y a los demás. En el nombre de Jesús, amén.
Acerca de este Plan
La mayoría de nosotros intentamos evitar o ignorar nuestras emociones. Incluso podríamos preguntarnos si nuestra fe y nuestros sentimientos son enemigos. Pero Jesús, durante Su tiempo en la tierra, sintió emociones profundas. No estaba lejos nuestro. Él está con nosotros, incluso en nuestras emociones. En este Plan Bíblico de 7 días que acompaña a la serie del pastor Craig Groeschel, "Emociones", veremos cómo vivió Jesús para descubrir cómo nuestros sentimientos pueden aumentar nuestra fe.
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