La Iglesia fortalecidaMuestra
“La fe nunca sabe hacia donde va, pero confía y conoce a Aquel que la dirige . . . La vida de fe no es una vida fácil y en las nubes, sino, una vida de pasos firmes y sin desmayar. No se trata de santificación; mas bien, de algo que va mucho más allá de la santificación, se trata de una fe que ha sido probada y que ha pasado esa prueba.”
-Oswald Chambers, En Pos de lo Supremo
Antes de ascender al cielo, Jesús prometió a quienes lo seguían un legado: un guía, un abogado, el consolador. Al enviar al Espíritu Santo, Él nos dio un íntimo compañero para revelar verdades espirituales, guiarnos hacia la rectitud y darnos el poder para cumplir su llamado en nuestras vidas, un llamado que es tanto individual como colectivo.
Tu Llamado Individual—El evangelio de Juan nos relata sobre Jesús hablando a una multitud en el Monte de los Olivos, "Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los hará libre."
“Permanecer” (meno en Griego) significa quedarse, estar, o continuar. Jesús nos llama a permanecer en Él. Cuando nos mantenemos centrados en Él, sumergidos en Su palabra, y dejamos que su verdad nos edifique y sea nuestro alimento, significa que permanecemos. A partir de ahí fluye todo lo demás.
Nuestro Llamado Colectivo—Jesús llama a la iglesia a participar en la misión de Dios para restaurar la creación. En Su ministerio, Él compartió el amor de Dios a través de Sus palabras, Sus acciones y Su carácter, todo para transformar las vidas de las personas que conoció, de la manera que más necesitaran.
A veces esto implicaba curarlas; algunas veces implicaba alimentarlas, otras veces hablarles sobre las cosas que estaban mal en sus vidas. Él valoró y sirvió a las personas que conoció, de maneras que los capacitaron para comenzar a vivir una vida mas plena. Él instruyó a sus discípulos a "ir y hacer lo mismo."
La vida de Jesús nos muestra como serían una vida y una relación restauradas en el Reino de Dios. Como Cristianos, nosotros somos llamados a seguir el ejemplo de Jesús. El lo puso muy simple al decir, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y más grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
El llamado de Jesús sobre amar a Dios y amar a nuestro prójimo nos confronta con una decisión: ¿Cumpliremos? ¿Voluntariamente actuaremos para traer gloria a Dios? ¿Elegiremos servir a otros por encima de nosotros mismos? ¿Viviremos una vida de amor que refleje el llamado de Jesús en nuestras vidas?
Somos el cuerpo de Cristo, transformados para ser mas como Él y para hacer las cosas que Él hizo, a través del poder del Espíritu Santo, el ayudador que va con nosotros a medida que avanzamos en nuestra fe y en nuestro camino para llegar a ser más como Cristo. ¡Qué rica herencia!
Acerca de este Plan
Mas que nunca, la gente es consciente de que estamos profundamente conectados. Este momento único es una oportunidad para reflexionar sobre como compartimos el sufrimiento de los demás, centrándonos en Dios, y levantándonos para un llamado que no termina solo porque el mundo está en problemas, pero quizás es aun mas importante ahora: demostrar el amor radical de Cristo a los mas vulnerables en el mundo.
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