Sentado en el duelo: Un viaje devocional hacia la recuperaciónMuestra

Día 1 - Sentándose con el duelo

He experimentado la muerte de mi madre por cáncer, viendo su salud desvanecer lentamente.

He experimentado la muerte de mi hijo al nacer, a término, por razones que nadie puede decirnos.

Mi esposa enfermó crónicamnete debido a las acciones tomadas para salvar a mi hijo, y con la enfermedad se fue la capacidad de poder tener hijos biológicos o vivir la vida normal que la mayoría de las personas dan por sentado.

He perdido amigos y compañeros de trabajo, que se han ido demasiado pronto.

He experimentado la traumática, repentina y violenta muerte de mi padre, quien cayó por las escaleras de su casa completamente solo y se golpeó la cabeza tan fuerte que ya nunca se recuperó. Para hacer las cosas peores, fue durante la pandemia del Coronavirus, así que mi familia y yo no pudimos entrar al hospital, y murió sin nosotros a su lado.

No tengo ni siquiera 40, pero ya he experimentado una vida entera de duelo y trauma.

Si hay una cosa que he aprendido del duelo es que no puede ser apresurado. Tus sentimientos y emociones no pueden ser encerrados... al menos no por mucho tiempo. La tormenta tiene que arreciar. El dolor necesita ser expresado. Como el autor John Green escribió, "Eso es lo que pasa con el dolor. Exige ser sentido".

Lo que necesitas saber sin embargo es que no estás solo. Aunque la persona que has perdido era única, todo lo que sientes, alguien más lo ha sentido antes. De hecho, justo en este momento, hay muchas personas por todo el mundo sintiéndose casi exactamente como tú. No digo esto para minimizar tu dolor... ¡No hay nada mínimo en él! No, menciono esto para ayudarte a recordar que en y a través de nuestro sufrimiento, estamos conectados no sólo entre nosotros, sino también con Cristo.

Hoy, vamos a pasar un tiempo en el libro de Lamentaciones. Lamentaciones es un libro escrito por un autor anónimo reflexionando sobre el asedio de Jerusalén y el exilio que siguió. El dolor y el aislamiento que este autor sintió puede sonarte familiar. 

Hoy, quiero recordarte que está bien que sientas tu dolor. Es normal y se espera que te sientas abrumado. Tienes permiso de llorar. Puedes gritar y gritar. Puedes estar enojado. Dios entiende por lo que estás pasando y conoce tu dolor, intimamente. Y todo esto vale doble para cualquiera en nuestra sociedad, especialmente para los hombres, a quienes se les enseñó que tienen que mantener ocultas sus emociones. Incluso Jesús lloró cuando perdió a alguien especial. 

Servimos a un Dios que tiene un conocimiento personal sobre lo que se siente al amar y al perder. Aunque puede que no se sienta de esa manera justo ahora, Dios está contigo.