El evangelio del ReinoMuestra

Rendición total

Si no nos sometemos voluntariamente al gobierno de Dios seremos ingobernables. A la hora de implementar una visión de Dios analizamos: ¿cuánto nos afecta nuestra cultura política, social, profesional o familiar? Es necesario no vivir en la carne agradando a los que no conocen a Dios. No podemos tener una vida opuesta a lo que Dios espera de sus hijos, como lo expresa el apóstol Pedro en su primera carta, en la que recomienda llevar una vida que  muestre la implementación de la visión de Dios. Las experiencias personales contaminarán la visión, porque todo lo que Dios nos imparte está en nuestro espíritu desde antes de cualquier experiencia. La visión de Dios es eterna. Llevar adelante una visión en el cuerpo de Cristo es muy diferente a los paradigmas que hemos concebido en nuestras vidas, y debemos desecharlos para no adulterarla.

La visión se lleva a cabo en oración, en mutuo amor, siendo hospedadores, sin murmuraciones, ministrando según los dones recibidos y no desde el punto de vista de cada uno. Por eso primero debemos quitar todo concepto anexo para que la visión corra como Dios la entregó.  La visión indica la dirección a la que nos envía Dios y no el lugar al que asumimos que nos mandó. El líder cargará con la responsabilidad de implementar las enseñanzas de Dios al mismo nivel del que partió esa visión. 

Asumir nuestra responsabilidad 

Pablo dijo: «Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros». Podemos morir al pecado, y sin embargo, mantener con vida lo terrenal en nuestra mente. Dios desecha el pecado, pero es nuestra responsabilidad desechar lo terrenal que pudiera mantenerse en nuestra vida. En el cuerpo de Cristo es necesario que muramos a nosotros mismos, para que la visión pueda expresarse de la manera más pura, ya que Dios usa vasos humanos. Pablo dice: … por amor del cual lo he perdido todo y todo lo tengo por basura, para ganar a Cristo (para compartir correctamente la visión debemos «desinfectarla» de nuestra experiencia personal).

Entendamos principios básicos y fundamentales de la vida de fe, honrando la gracia y la visión de Dios. Allí entran en juego los factores humanos, las características de una persona, su temperamento o su estilo de liderazgo, así como su experiencia, profesión, familia, etc. El problema surge cuando nuestra vida pasa sin que logremos implementar todo lo que Dios dice en su Palabra, por aferrarnos a nuestro punto de vista.

Reflexiona

¿Estás implementando lo que Dios ha mostrado en su Palabra o sigues aferrado a tu punto de vista?